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El reestreno de Abelardo en el banquillo del Sporting: de la comunión, al puño cerrado con Pedro

Intenso regreso del entrenador rojiblanco, animado por la afición rival, envuelto en nervios al final y frustrado por un empate insuficiente

Por la izquierda, Abelardo, Tomás y Eduardo Domínguez, con Mario Cotelo al fondo. Area 11

Aunque la distancia con el descenso se rebajó ayer hasta los dos puntos, Abelardo Fernández trasladó un discurso moderadamente optimista tras empatar en su reestreno como técnico en el Sporting en El Alcoraz contra la Sociedad Deportiva Huesca. “Estamos dos puntos por encima, dependemos de nosotros mismos y quedan tres partidos”, subrayó el entrenador rojiblanco, que asume que la dinámica negativa no está ayudando a los jugadores a dar lo mejor de sí mismos: “No es fácil jugar en esta situación. Los chicos son jóvenes, pero esto es el fútbol. Cuando van las cosas bien todo es muy bonito”, confesó.

El Pitu reconoció que la victoria “in extremis” de la Real B en Fuenlabrada pude llevar al equívoco de que la lectura al término de la jornada sea negativa, omitiendo algunas de las cosas que, a su juicio, fueron positivas. “Hemos empatado en el campo del Huesca, que es un campo complicado. Pero parece que como ha empatado la Real todo es negativo. Es un punto, pero como ha ganado la Real B parece que no es positivo. Es un punto más y dependemos de nosotros mismos. Es lo que hay, hay que asimilarlo y a por ello”.

Por ello, recalcó, la importancia del encuentro que se disputa el próximo domingo en El Molinón frente al Girona. Abelardo apuntó que pese a las decepciones que se está llevando la hinchada rojiblanca en esta pobre temporada, la afición volverá a estar con el equipo en uno de los partidos más importantes para la entidad en su historia. “Seguro que irá mucha gente a El Molinón. La gente va a estar ahí, espero que el campo esté a reventar. Mira la gente que ha venido a Huesca. Abelardo negó sentirse afectado por el hecho de perder distancia con el descenso. “Si yo estoy mal estamos jodidos; estoy como una moto. Si cogí este reto es porque estoy con ganas. Yo soy el capitán del barco y tengo que llevar la dirección. Podíamos haberlo hecho mejor, pero los chavales se han vaciado”.

En ese sentido, destacó algunas de las mejorías mostradas por sus pupilos, sobre todo en cuanto al rendimiento defensivo. Con todo, el entrenador se mostró más crítico con el balance en ataque y con el error en la marca en un saque de esquina y que propició el gol del Huesca. “Hemos tenido poca paciencia. Nos hemos equivocado en pases sencillo y no hemos ganado disputas para iniciar transiciones. Lo positivo es que se han vaciado. Nos pueden meter gol en muchas ocasiones, pero no a balón parado. Tienes que estar mucho más metido cuando estás en esta situación”, reiteró.

Varias niñas vestidas con sus impecables vestidos de primera comunión hacen corro ante la puerta giratoria del hotel de concentración del Sporting, bajo amenaza de bloquearla. Al fondo, los jugadores del Sporting observan la escena entre alguna sonrisa, mientras un empleado del hotel busca la vía de escape y abre una puerta auxiliar aprovechada por futbolistas y técnicos para salir y acceder al autocar rojiblanco. Los trasladará a El Alcoraz, a apenas kilómetro y medio. El último en aparecer, el entrenador. “Aúpa, Abelardo”, le grita el familiar de una de las niñas que está de celebración. Ellos son de Huesca y del Huesca, pero el Pitu es el Pitu más allá de Gijón. Animado hasta por los rivales, así comenzó ayer el reestreno de Abelardo en el banquillo del Sporting, 1.938 días después.

Polo blanco y pantalón negro, del chándal oficial del equipo. Abelardo, vestido sin traje ni camisa. Enfundado con en el mono de “trabayu”, como la filosofía marcada el primer día.

El balón echa a rodar mientras el Pitu desgasta la banda caminando de lado a lado del área técnica. A la media hora de juego, el árbitro anuncia pausa de hidratación. Mientras los jugadores beben, Abelardo hace un aparte con Pedro Díaz. ¿El motivo? El primer susto del conjunto oscense llegó tras un centro desde el carril del canterano. Hay palmas del entrenador para animar al grupo, pero ni al equipo se le ve a gusto con el juego, ni tampoco lo parece el entrenador rojiblanco.

El final de la primera parte hace perderse rápidamente en el túnel de vestuarios al entrenador. El inicio de la segunda le tuerce el gesto casi a la misma velocidad. Gol del Huesca a saque de esquina y al Pitu se le ve jurar en arameo. Gestos de ánimo al equipo, pero el rostro de frustración se repite ya con más asiduidad. Abelardo, como su equipo, es ya un manojo de nervios. Pide circular con más calma el balón. Le enervan las pérdidas.

También una caída en el área de Djuka que le lleva a reclamar penalti a centímetros del cuarto árbitro. No entra el VAR. Vuelve a lo suyo y llama a Campuzano. El último cambio parece reactivar el ataque. Gol de Pedro a pase del catalán y puño cerrado del Pitu, que se muerde el labio con rabia para festejarlo. Quiere más y terminará echándose las manos a la cabeza al ver a Aitor perdonar el gol de la victoria en el descuento.

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