La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La historia de la aficionada sportinguista que a sus 98 años y tras 30 sin ir animará en El Molinón este domingo

Ana, hija de Edmundo Morán, técnico del Sporting en 1925, volverá para apoyar a los rojiblancos: “Me hace mucha ilusión regresar"

Aficionada nonagenaria del Sporting en Ribadesella. ANGEL GONZALEZ

Sufre “una barbaridad” desde la distancia con la situación actual del Sporting, su equipo del alma. Sigue los partidos con muchos nervios en casa por el televisor, ya que no pisa El Molinón desde hace treinta años. “Pero otras veces también bajo a verlo al bar; eso sí, no me lo pierdo por nada en el mundo”. Pero el domingo, Ana Morán, aficionada rojiblanca de 98 años, nacida en 1924 en el gijonés barrio de Cimadevilla, pero residente en Ribadesella desde su jubilación como enfermera, será una más en las gradas de El Molinón en el Sporting-Girona, partido vital para la permanencia de los rojiblancos en Segunda. Su historia resume el sentir más profundo del sportinguismo: el de una afición que nunca se ha visto en una situación igual. Pero que, a pesar de todo, está dispuesta a apoyar a los suyos hasta el final. “El Sporting es mi vida”.

Los días se le hacen interminables desde que supo que iba a volver al campo. “Estoy muy nerviosa; me hace muchísima ilusión regresar”, cuenta. Quedan días, pero ya lo tiene todo preparado: se desplazará en coche junto a miembros de la peña sportinguista Pleamar, comerá en el hotel Rey Pelayo y después acompañará a su equipo, el de su vida, desde su asiento de El Molinón en uno de los encuentros más relevantes para la entidad en toda su historia. “Soy muy consciente del momento que atraviesa el club por el riesgo que existe de bajar a Segunda B. Por eso quiero estar con el equipo”, señala.

Lo cuenta quien ha vivido todo tipo de experiencias como aficionada sportinguista: le tocó ver al Sporting luchar con el Madrid y el Barcelona por la Liga, caer con honores en dos finales de Copa del Rey y competir en Europa. Ahora asume la dura realidad rojiblanca. Lo hace con una mezcla de desolación, pero también con un toque de optimismo que contagia energía. Recuerda los antecedentes y cuenta cómo el Sporting ha sido históricamente un superviviente, una entidad que ha salido a flote en otros momentos muy comprometidos. Siempre.

Confiesa que de los cientos de encuentros que ha visto ninguno es más importante que el del domingo ante el Girona. Porque, explica con sabiduría, jamás se habría imaginado ver a la entidad rojiblanca en la tercera categoría del fútbol español. Y que ahora esa posibilidad es muy real. Por eso, volverá a El Molinón treinta años después. Porque ella, admite, no quiere “irse” sin dar el último aliento, sin poner todo de su parte. “Será mi último partido en El Molinón”, apunta. Hija de Edmundo Morán, quien fuera entrenador del Sporting en la temporada 1925-1926, fue socia toda la vida. De hecho, en la temporada 1988-1989 llegó a ser la abonada número 25.

Pero no ha vuelto a pisar El Molinón. Hasta este domingo, donde, además, podrá ver la placa que distingue a su padre. “Él me trasmitió su sentimiento sportinguista”, afirma. Y a pesar de su edad, de lo fastidioso del viaje, cree que debe estar. Por eso hace este esfuerzo. Porque, admite, le dan respingos solo de pensar en el descenso. Y porque cuenta esta fiel seguidora, de esas que “nunca se pierde un partido”, que “no quiero irme dejando al Sporting en Segunda B”. Ana hace un pequeño silencio. Después habla bajito, y hacia dentro, como si quisiera evitar o pasar de puntillas por esta realidad. “Me daría mucha pena pensar en un descenso; animaré desde la grada”.

Compartir el artículo

stats