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Congo sabe el camino para escapar del descenso: "Ese gol al Numancia no se olvida"

“Es uno de los mejores tantos de mi carrera”, dice el colombiano del marcado con el Sporting hace 15 años en una situación similar a la actual

Congo celebra su gol al Numancia, ante Juan Pablo. | Marcos León

“Una bola que cuelgan. Le meto carga a un rival. Recojo la pelota. Hago un quiebro, meto la puntera y la pongo en el ángulo. Ese gol no se olvida, amigo”. A Edwing Congo (Bogotá, Colombia, 7-10-1976) no le hace falta repasar vídeos ni fotos para rescatar aquel tanto ante el Numancia en El Molinón. Lo recita de memoria. “Era la jornada 37, ¿no?”, pregunta para obtener una rápida confirmación. Aquel partido de la 2006-07 es uno de los más comentados esta semana en Gijón por el paralelismo con la actual situación que vive el Sporting, a dos puntos de los puestos de descenso a tres jornadas del final. El colombiano, afincado en Madrid, lo repasa en conversación con LA NUEVA ESPAÑA antes de desear idéntico final. “El Sporting no se merece estar así”, sentencia.

Congo. |

“Si me ha llamado para recordar el gol es porque la situación está incómoda”, comenta con pillería Edwing Congo. “Hasta el olor del campo le queda a uno en la mente”, asegura cuando vuelve a jugar, en su recuerdo, un partido culminado con una victoria cargada de épica. “Es que además estábamos jugando con nueve”, apunta, sobre las expulsiones sufridas por Míchel y Samuel, para añadir argumentos a cómo aquel Sporting, el de la primera temporada de Preciado en el banquillo, fue capaz de sobreponerse a un desenlace cargado de tensión. “El club estaba con problemas económicos y más que de un descenso, nos libramos de que el Sporting desapareciera”, continúa el colombiano, orgulloso de haber podido contribuir a dar una alegría a una afición, la del Sporting, que define como “una de las mejores de España”.

Congo se abraza a Preciado tras marcar al Numancia. | M. L. / M. M.

Tras aquel partido, Congo comentó en varias entrevistas que el gol al Numancia formaría parte de uno de los mejores de su carrera. Ahora, que acaban de cumplirse quince años de su tanto a los sorianos, el que fuera delantero del Madrid, Levante, Valladolid, Toulouse y Recreativo de Huelva, entre otros, insiste en ello. “¡Claro que ha sido uno de los mejores goles de mi carrera!. No es solo la ejecución, también importa el valor y el momento”, destaca.

Pepín Braña, en el momento de entregar “El Molinón de plata” a la empresa de mensajería que se lo hizo llegar al colombiano.

Congo solo estuvo esa temporada en Gijón, admite que no sigue muy de cerca la actualidad del Sporting, pero es consciente del riesgo que corre el conjunto gijonés de perder la categoría. “Y eso que ahora están mejor que nosotros; en lugar de un punto por encima, tienen dos sobre el descenso”, comenta, primeramente, medio en broma. Más en serio, piensa en cómo estará “una ciudad que vive intensamente el fútbol. La afición no merece que el equipo baje a una Segunda B. Es un club que por su hinchada debería estar en Primera. Son cosas que el mismo fútbol va dejando, bien por el orden y la disciplina seguida, o por las gestiones que se han realizado. Ojalá logren el objetivo”, comenta.

Autor de once goles como rojiblanco, y pareja de un David Barral “con el que hacía una combinación explosiva”, no cree que sea el más indicado para dar algún aconsejo a los futbolistas de Abelardo sobre cómo solventar una situación como la actual. Habla, tan solo, desde la experiencia propia. “Cada uno tiene la forma de vivir esta situación. Nosotros creímos en lo que teníamos a nuestro alrededor, en nosotros como equipo. Unimos fuerzas. Juegas también pensando, sobre todo, en la afición, la dueña y reina de nuestro trabajo. El futbolista sabe que se debe a ese escudo, por eso: sacrificio sudor y lucha”, resume.

Congo también da mucha importancia al papel jugado por un líder, el del banquillo: Manolo Preciado. Con él ascendió a Primera en el Levante y él también hizo posible su llegada a Gijón. “No sé muy bien cómo celebramos juntos todo aquello. Seguramente con un abrazo”, resume, sin ocultar que le hubiera gustado compartir algún año más con el cántabro en El Molinón. “No hubo acuerdo por ninguna de las partes. Ni la situación era buena para el Sporting, ni tampoco para Congo. Fue un verano difícil porque no encontré equipo hasta casi septiembre, el Recreativo. En todo caso, guardo gran recuerdo de aquella etapa”, asegura quien fuera vecino de la “calle de Los Moros, número 4”. El portal de su casa, en Gijón, tampoco lo olvida.

También en Gijón causó revuelo hace unos meses su detención y posterior puesta en libertad en Madrid, dentro de una operación contra el tráfico de drogas. “Ese tema no tiene nada que ver. Son cosas que ocurren. Se subsanó el mismo día de mi detención y está ya aparcado”, afirma. Él sigue en la capital de España, donde trabaja como representante de jugadores, además de estar integrado en el organigrama del Racing de Murcia, propiedad del Racing City Group, entidad a la que también está vinculado. “Ahora busco nuevos engranajes en esto del fútbol. Hace mucho que no voy por Gijón. Les deseo lo mejor”, concluye Congo antes de despedirse.

Aquel “Molinón de plata” por Seur

Pasó de ídolo rojiblanco, a una especie de enemigo público en escasas semanas. El ejemplo fue el acto de entrega de “El Molinón de plata”, la máxima distinción de las peñas rojiblancas a un futbolista del Sporitng. A Edwin Congo se le hizo llegar la 24.º edición del trofeo por la empresa de transportes Seur. El destino fue Huelva, donde el colombiano jugaba con el Recreativo. La razón, haber sido imposible contactar con él hasta poco antes del acto de entrega. “Congo lo ganó merecidamente en el campo, porque éste es un trofeo que premia el buen juego y no la educación, ni la moral, ni los buenos modos”, explicó Pepín Braña, el entonces presidente de la Federación de Peñas, molesto con el colombiano.

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