Entrevista | Manu Preciado Hijo de Manolo Preciado

“El Sporting me ha dejado una huella imborrable”

“Abelardo me recuerda a mi padre: los dos son pasionales y sienten çmucho lo que hacen”

ManuPreciadoFoto

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Andrés Menéndez

Gijón

Hoy, hace diez años, Manu Preciado (Palma de Mallorca, 1985) recibió la peor noticia: su padre había fallecido. “Era mi mejor amigo”, confiesa. En el aniversario de la primera década sin Manolo Preciado, uno de los entrenadores más influyentes en la historia del Sporting, su hijo atiende a LA NUEVA ESPAÑA desde Liencres (Cantabria), donde reside.

–¿Qué legado le ha dejado su padre?

–Ante todo, ser buena persona. Esa era su forma de ver la vida. Intento ser lo más normal que puedo.

–¿Cuántas veces se acuerda de él?

–Todos los días. Pero, sobre todo, de la infancia. Cuando estábamos los cuatro juntos. Pero cada vez que voy a un campo... Ahí es cuando me vienen todas las imágenes a la cabeza.

–Ha pasado ya una década sin Manolo Preciado y su vida ha cambiado. Mantiene ese amor por el fútbol y también es entrenador. ¿Cree que su padre estaría orgulloso de todo lo que está consiguiendo?

–Sí. Mi padre estaría muy orgulloso de cómo soy. En los banquillos creo que nunca podré ser como él; eso es inalcanzable. Lo intento superar como padre.

–Estaban muy unidos.

–Era mi mejor amigo; no solamente mi padre. Salíamos juntos, nos íbamos a cenar, hablábamos mucho. La vida nos había golpeado con muchas tragedias, pero siempre estábamos juntos.

–¿El fútbol no les distanció?

–No. De hecho, cuando mi padre acepta ir al Sporting tenía 4 o 5 ofertas mejores tanto económicamente como deportivamente. Pero quiso ir a Gijón para estar cerca de mí. Prácticamente iba a todos los partidos en El Molinón y a muchos fuera con la Mareona. Estábamos siempre muy unidos.

–¿Qué legado le dejó?

–Ser del Sporting. Yo soy muy del Sporting. Estoy enamorado del club, de la ciudad, de la afición. De todo. Nos dieron un cariño, un amor… que nunca voy a olvidar. Siempre estaré agradecido al sportinguismo. El Sporting me ha dejado una huella imborrable.

–¿Ha vuelto a El Molinón?

–Sí. Este año vi un par de partidos. Tengo un bar en el pueblo. Tenemos tres pantallas, pero siempre se pone el Sporting. Menos los últimos partidos. Lo dejé de ver. Lo pasé mal. Por un momento creía que bajaban.

–¿Le recuerda Abelardo a su padre?

–(Piensa). Sí. Tienen esa misma identidad: los dos son pasionales y sienten mucho lo que hacen. Aunque tienen diferencias. Abelardo se merece todo lo bueno que le pase. ¡Se la ha jugado viniendo al Sporting! Le ha puesto “huevos”. Pero mi padre también habría vuelto. Porque a los dos les unía lo mismo: ambos aman al Sporting. Y cuando alguien te necesita, no les das nunca la espalda.

–No sé si ve algún paralelismo entre aquella situación y ésta.

–Alguno, alguno. Pero aquella era mucho peor: el Sporting estaba en la ruina, iban al campo ocho mil espectadores, todo era mucho más negro, peor. A este Sporting la afición le está dando todo. Nadie le puede reprochar nada al sportinguismo. Están con el equipo todos los partidos. Y eso que el equipo no les está dando nada de nada. De hecho, la temporada ha sido un fracaso absoluto. Había mucha mejor plantilla. Pero tengo esperanza con la vuelta del Pitu. Abelardo es una leyenda del Sporting.

Hoy, hace diez años, Manu Preciado (Palma de Mallorca, 1985) recibió la peor noticia: su padre había fallecido. “Era mi mejor amigo”, confiesa. En el aniversario de la primera década sin Manolo Preciado, uno de los entrenadores más influyentes en la historia del Sporting, su hijo atiende a LA NUEVA ESPAÑA desde Liencres (Cantabria), donde reside.

–¿Qué legado le ha dejado su padre?

–Ante todo, ser buena persona. Esa era su forma de ver la vida. Intento ser lo más normal que puedo.

–¿Cuántas veces se acuerda de él?

–Todos los días. Pero, sobre todo, de la infancia. Cuando estábamos los cuatro juntos. Pero cada vez que voy a un campo... Ahí es cuando me vienen todas las imágenes a la cabeza.

–Ha pasado ya una década sin Manolo Preciado y su vida ha cambiado. Mantiene ese amor por el fútbol y también es entrenador. ¿Cree que su padre estaría orgulloso de todo lo que está consiguiendo?

–Sí. Mi padre estaría muy orgulloso de cómo soy. En los banquillos creo que nunca podré ser como él; eso es inalcanzable. Lo intento superar como padre.

–Estaban muy unidos.

–Era mi mejor amigo; no solamente mi padre. Salíamos juntos, nos íbamos a cenar, hablábamos mucho. La vida nos había golpeado con muchas tragedias, pero siempre estábamos juntos.

–¿El fútbol no les distanció?

–No. De hecho, cuando mi padre acepta ir al Sporting tenía 4 o 5 ofertas mejores tanto económicamente como deportivamente. Pero quiso ir a Gijón para estar cerca de mí. Prácticamente iba a todos los partidos en El Molinón y a muchos fuera con la Mareona. Estábamos siempre muy unidos.

–¿Qué legado le dejó?

–Ser del Sporting. Yo soy muy del Sporting. Estoy enamorado del club, de la ciudad, de la afición. De todo. Nos dieron un cariño, un amor… que nunca voy a olvidar. Siempre estaré agradecido al sportinguismo. El Sporting me ha dejado una huella imborrable.

–¿Ha vuelto a El Molinón?

–Sí. Este año vi un par de partidos. Tengo un bar en el pueblo. Tenemos tres pantallas, pero siempre se pone el Sporting. Menos los últimos partidos. Lo dejé de ver. Lo pasé mal. Por un momento creía que bajaban.

–¿Le recuerda Abelardo a su padre?

–(Piensa). Sí. Tienen esa misma identidad: los dos son pasionales y sienten mucho lo que hacen. Aunque tienen diferencias. Abelardo se merece todo lo bueno que le pase. ¡Se la ha jugado viniendo al Sporting! Le ha puesto “huevos”. Pero mi padre también habría vuelto. Porque a los dos les unía lo mismo: ambos aman al Sporting. Y cuando alguien te necesita, no les das nunca la espalda.

–No sé si ve algún paralelismo entre aquella situación y ésta.

–Alguno, alguno. Pero aquella era mucho peor: el Sporting estaba en la ruina, iban al campo ocho mil espectadores, todo era mucho más negro, peor. A este Sporting la afición le está dando todo. Nadie le puede reprochar nada al sportinguismo. Están con el equipo todos los partidos. Y eso que el equipo no les está dando nada de nada. De hecho, la temporada ha sido un fracaso absoluto. Había mucha mejor plantilla. Pero tengo esperanza con la vuelta del Pitu. Abelardo es una leyenda del Sporting.

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