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El adiós de Pablo Pérez, el último símbolo de los guajes: "Era un ejemplo para todos; nadie puede hablar mal de él"

El último capitán, se despide del Sporting tras 190 partidos y dejando un enorme legado

Pablo Pérez terminó –de forma oficial– con el viaje más largo y emocionante: el canterano, el capitán, el hombre para todo, el último símbolo de los guajes salido de Mareo, puso ayer punto y final a su paso por el Sporting, el club de su vida. Más de ocho después de debutar con el primer equipo, el 24 de mayo de 2014, ya no volverá a batallar más por el verde de El Molinón, el estadio al que iba siendo un crío para apoyar al club del que siempre será hincha, y que le vio crecer, y le apretó, en ocasiones mucho. Ahí, en su casa, el martes tendrá su despedida. Lo hará desde la sala de prensa y en un acto institucional organizado por el club para brindarle un adiós afectivo y donde podrían estar algunos de sus excompañeros y empleados del club con los que ha coincidido en todos estos años. "Era un ejemplo para toda la gente de la casa: nos ayudó mucho en todos esos años...Y ya no digo en el año del ascenso de los guajes. Fue una ayuda enorme", le reconoce Nacho Cases. "Es demasiado bueno. Le falta maldad", cuenta sobre él un ex empleado del Sporting.

Después, le tocará continuar con su carrera profesional. Porque a sus 28 años, en unos días cumplirá 29, tiene aún cuerda para rato: el Burgos es uno de los clubes que han preguntado por su situación, y que le tienen como una opción seria. Finalmente, el Sporting no le presentó oferta de renovación, tampoco con la entrada de Orlegi, una posibilidad que sí estuvo en estudio unas semanas atrás, con la opción de ofrecerle ampliar dos años más el contrato, pero que nunca llegó a ser formalizada en una oferta concreta. La entidad rojiblanca incorporará a Cristo González, al que se espera pronto en Mareo, y cuenta con Djuka como referente en el ataque, mientras se define la posible salida de Víctor Campuzano, que todavía se alargará por un tiempo, pero que no tiene opciones de tener un rol protagonista para Abelardo.

"Pablín", muy querido en el vestuario, creció y se hizo un hueco con el Sporting de la mano de Abelardo, su padre futbolístico. Con su pundonor, su entrega, se convirtió en importante para todos los entrenadores: siempre un jugador de club y dispuesto a jugar, ya fuese 90 o 1 minuto. A Pablo le tocó siempre un rol complicado, desagradable, pero también a la vez importante porque todos los entrenadores acaban por tirar de él.

"Pablín es necesario en todo deporte de equipo", repite Cases. ¿Su mejor año? El ascenso de los guajes. Esa temporada siempre estará en su memoria. Porque aquel joven recién llegado del Sporting B, formado casi íntegramente como jugador en el Colegio Inmaculada, donde jugaba con sus amigos, jugó 37 encuentros en un año histórico bajo el gobierno de Abelardo y marcó siete goles convirtiéndose en un hombre básico para conseguir esa gesta. En total en la entidad, hizo 12 tantos. Y fue el decimoquinto gijonés con más partidos en la historia del club.

El Pitu siempre le tuvo mucha estima; incluso intentó su retorno el invierno de la campaña 2016-2017, cuando el canterano estaba cedido en el Alcorcón, donde demostró que también puede ser importante lejos de Gijón. "No encontrarás a nadie que te hable una sola mala palabra de él", sostiene un trabajador de la entidad.

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