Óscar sueña con formar nuevos Quini

El hijo pequeño del Brujo es delegado del alevín del Montevil: "Aspiro a entrenar en Mareo"

De izquierda a derecha, Matías García, Nico de Lucas, Óscar Castro, Héctor Lillo,  Juan José Galán, Lucas Vega, Alejo Vallina, Javier Dosanjos y Amadu Salid. | Juan Plaza

De izquierda a derecha, Matías García, Nico de Lucas, Óscar Castro, Héctor Lillo, Juan José Galán, Lucas Vega, Alejo Vallina, Javier Dosanjos y Amadu Salid. | Juan Plaza / A. MenéndezA. Menéndez,

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

La pérdida de Quini dejó a Óscar Castro sin ganas de saber nada del fútbol. Hasta le costaba ver a su Sporting. Todo, absolutamente todo le recordaba a su padre. El balón, su obsesión de niño y adolescente, era un completo incordio para quien buscaba resetear su vida y alejarse de esa sensación de nostalgia. Casi cinco años después, el pequeño de los cuatro hijos de la mayor leyenda del Sporting vuelve a ser feliz con aquello que tantas alegrías le dio en el pasado. Desde hace unos meses es delegado –en realidad ejerce casi como un segundo entrenador– del equipo de Segunda benjamín del Montevil.

"Me he reenganchado al fútbol, al fin. Salgo de trabajar y voy a entrenar con los críos al colegio público Noega y me siento como cuando era ‘guaje’. Tengo mucha ilusión. Es como volver a la infancia", explica. Todo empezó con una conversación entre compañeros de trabajo. En realidad, entre amigos. Juan José Galán Nosti, ex jugador profesional de fútbol sala y entrenador, reunió el valor suficiente para intentar persuadirle de volver a encontrarse con el balón.

Le propuso entonces que le echase una mano con el equipo de benjamínes del Montevil: un pequeño grupo de chicos entre los ocho y nueve años. "Me metió el gusanillo... Hablábamos mucho de fútbol en el trabajo. Me gustaba lo que hablábamos y me atreví", explica. Es un pequeño pasito, pero Óscar, feliz, ya sueña con algún día dar el salto a los banquillos. "Mi idea es sacar el título de entrenador. No tengo fecha aún, pero me gusta mucho. Sueño con entrenar en Mareo", dice con enorme ilusión. Quien creció con uno de los mejores delanteros de la historia de este país aspira ahora a ser un formador de talentos para el futuro.

Óscar no pisó el primer equipo del Sporting. Pero llegó al Liga Nacional en Mareo en una quinta juvenil que era dorada: la de Javi Fuego, Jorge, Adrián Colunga o Alejandro. De momento se mantiene en un segundo plano. Quiere que los niños disfruten jugando al fútbol. Pero ya se ha atrevido con algún consejo y, sobre todo, con mucha psicología: palabras de ánimo. Recuerda unas que tuvieron un efecto inmediato. Fueron dirigidas a Héctor. "Vas a marcar un gol", le animó desde el banquillo. Y el guaje salió y lo primero que hizo fue darle la razón. "Al final no marcó uno, metió dos", bromea. "Ojalá pueda salir de este equipo un nuevo David Villa o un Quini. Eso sería buenísimo para Asturias", dice sonriente Óscar.

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