Sufriendo y contra todas las circunstancias. Con un hombre menos la última media hora, el Sporting dejó de ser un “pupas”. Ganó (0-1) en el Anxo Carro de Lugo con gol de Zarfino en un triunfo de fe. Los cambios espabilaron al Sporting, mucho mejor en la segunda parte que en la primera: Jony, Otero y, sobre todo, Jordan cambiaron la cara al equipo aun en inferioridad. A pesar de la rigurosa expulsión de Insua, los rojiblancos -de amarillo- fueron valientes y remaron para vencer después de tres partidos. Jugó como si fuera local, ante dos millares de seguidores.
El Lugo inclinaba el Anxo Carro por la derecha: ahí Loureiro y, sobre todo, Cuéllar percutían por velocidad para buscar con rapidez el centro al área. Los de Fran Justo tenían muy claras las consignas: buscar cuanto antes a su referencia, Chris Ramos. Un gigante de 1.93 metros que tiene en la cabeza un auténtico martillo y amenazaba al Sporting con siete goles. Insua fue en todo momento su sombra. Le hizo prácticamente un marcaje al hombre. El guion estuvo a nada de cambiar en los primeros diez minutos de encuentro. Un despiste de Cuéllar casi termina costándole caro. Moyano ganó la banda izquierda y puso uno de esos balones que van a todos y a la vez a nadie. El Pichu pareció no medir bien la dirección del balón. El centro se envenenó. Cuéllar se desorientó e impactó hacia atrás la pelota. A centímetros. La jugada espabiló a los locales. E inmediatamente después una magnífica acción de Ze Ricardo por la posición de extremo derecha terminó en el palo. El lateral izquierdo del Lugo dejó en el suelo al del Sporting, avanzó y remató con violencia para que el poste sostuviese con vida al Sporting. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. El Sporting pedía auxilio a gritos.
Los locales estaban muy bien ordenados. Juanpe, El Hacen, y Clavería ganaban en número la batalla de la medular a Gio Zarfino y Gragera. Le costó un mundo entrar en el partido a los rojiblancos. Abelardo exteriorizó su monumental enfado en hasta tres momentos: al reclamar una falta sobre Zarfino en la medular, con un pase al vacío de Cali en la salida de balón y ya al borde del descanso en otra posible infracción sobre Djuka. El Pitu estaba con las pulsaciones a mil. Casi como si quisiera vestirse de corto y saltar a competir. El encuentro estaba repleto de mini batallas; y aunque el marcador era 0-0, daba la sensación que era el Lugo quien se sentía más a gusto en ese juego aéreo y subterráneo. Un choque entre Queipo y Juanpe acabó con el andaluz obligado a ser sustituido. Momento que terminó con la paciencia del gentío. Un hombre entrado en años se giraba ante el palco y vociferó entonces a un periodista de la Televisión Gallega para pedirle justicia al sentirse agraviado por Galech Apezteguía: “¡Tes que denunciarlo!”
Todo cambió de marcha a la reanudación: lo previsible se convirtió en anarquía. Abelardo relevó a tres de golpe. Metió a Otero, Nacho Martín y Jony y situó a Zarfino de segunda punta. La primera acción del extremo de Cangas del Narcea fue dejar delante de Whalley a Djuka. El 23 saboreó el gol, pero Alberto evitó el gol en la línea. Y Ze Ricardo después metió la pierna a tiro de Nacho Martín. Luego, el caos. Una faltita de Insua en el centro del campo sobre Ramos terminó con el central gallego en la calle. Galech mostró a Insua la segunda amarilla. No se lo podía creer el defensa coruñés. Gragera se convirtió en defensa central la última media hora. Y Zarfino, reventado, ocupaba dos posiciones: la medular y el puesto de segunda punta. El Sporting. El punto comenzó a parecerle insuficiente a Fran Justo. El técnico gallego metió a Manu Barreiro, pasó a jugar con dos delanteros. Pero los gijoneses no se desajustaron. Se rebelaron ante la adversidad. El Lugo buscaba el gol por lógica y estuvo a nada de hacerlo Otero. El colombiano disparó un mísil desde lejísimo que se estampó contra el poste defendido por Óscar. Como herido en el orgullo, los de Abelardo tiraron de casta y de raza y aprovecharon el engaño que supuso tener un hombre menos para el Lugo. Jordan y Otero armaron un contragolpe de libro tras una pérdida del Lugo. El mexicano, hiperactivo por dentro, vio a Zarfino dentro del área y el uruguayo se giró y golpeó de primeras para hacer imposible la estirada de Whalley. El banquillo del Sporting lo celebró con euforia. Los últimos minutos fueron de angustia. Carbo rozó el empate. pero el Sporting terminó celebrando un triunfo liberador.