Djuka. Luis Enrique. El fracaso de la selección en el Mundial. La crisis deportiva del primer equipo. Y, claro, el nuevo sistema que ha planteado el área social del club rojiblanco para repartir entradas. Muchos de los peñistas –y algún aficionado– desplazados ayer a Lugo se preguntaban si estaban ante la última Mareona. «Al menos de la forma en la que está concebida actualmente… Si sale adelante el sistema de reparto de entradas y no tenemos localidades las peñas, se acabará La Mareona», comentaba Coral Álvarez, de la Peña El Cruce de Llanera.
La invasión (unos dos mil aficionados sportinguistas) fue tan llamativa que incluso cogió por sorpresa a una pareja de ancianos, vecinos de la ciudad, mientras paseaban en dirección a la Muralla por la céntrica calle Ourense: «¿Y ese grupo?», se preguntaban con extrañeza. En Lugo hubo de todo tipo de enviados rojiblancos. Por ejemplo, los gijoneses Sergio Meana y Amanda Polo, con su hija Lara, quienes se desplazaron sin entrada y pasaron por la ciudad para disfrutar del ambiente y del final de puente en Galicia. «A ver si hay suerte y conseguimos unas entradas y podemos ver el partido… y si no, pues lo veremos por la tele», comentaban. También rostros muy conocidos del sportinguismo: Padi Padilla, Ardura de Nicolasa, Íñigo Capellín y Mael «El Peli», que tiraron de caña y tapa porque la hora de partido (16.15) complicaba mucho aquello de ir de mantel. No se les veía preocupados, sino todo contrario. El horario irritó a la mayoría: porque los desplazados se vieron obligados a almorzar rápido y pronto a lo «british» en un mediodía de contrastes entre quienes tenían mucha prisa y los que parecía como si la cosa no fuera con ellos. «Lugo es una ciudad de baloncesto», repetían los locales. La sensación general entre los vecinos era de indiferencia ante el partido. En cambio los locales registraban llenos: el restaurante La Capital, en Plaza de España, estaba hasta arriba. Los camareros vivían agobiados.
«Hay mucha, mucha gente. Supongo que es por el Sporting», decía la lucense Marta García mientras apuraba los últimos tragos de su café. En el interior, Javi Rosas, padre del lateral derecho rojiblanco, se da prisa para disfrutar del menú con su inseparable Mari sin perder de vista el reloj. La Mareona demostró que está a muerte con su equipo, que su fidelidad va más allá de los resultados. A Galicia se llegó con optimismo. Lo explicaba Margot Rodríguez, de El Canijo: «Claro que confiamos en ganar».
El exportero Roberto, hostelero en Lugo
Un aficionado rojiblanco se fija en un rostro conocido: Roberto Fernández, uno de los grandes porteros del Sporting en los últimos tiempos. Es el dueño de un local desde marzo. «Siempre me ha gustado el mundo de la hostelería», explica. Ex de los dos clubes, intuye un partido igualado. Destaca el juego aéreo de Chris Ramos en el Lugo. «Quien marque el primer gol tendrá mucho hecho», prevé. Entre los desplazados, los integrantes de la peña El Chorby, que no fallaron con parada intermedia en el restaurante Casa grande de Nadela.