El Sporting prescinde de Falo Castro, hermano de Quini, guardián de El Molinón

El club rojiblanco despide también a otras dos trabajadoras y pone en marcha un proceso de digitalización para modernizar los accesos al campo

Falo Castro, en Mareo. | LNE

Falo Castro, en Mareo. | LNE / A. Menéndez

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

La reestructuración interna que afronta el Sporting desde hace meses en Mareo, y que no se ha detenido pese al complicado momento deportivo del Sporting, continuó ayer con el despido de tres trabajadores más del club. Uno de ellos, el más llamativo por su popularidad y la simpatía que siempre ha generado, es Falo Castro, hermano de Quini. Junto a él cayó también su esposa, María José, así como otra trabajadora. Ellas ejercían sus labores profesionales en las tiendas oficiales de la entidad. Al hermano menor de El Brujo se le comunicó a primera hora de la mañana la traumática decisión.

David Guerra, presidente ejecutivo del club rojiblanco, quiso tener el gesto de contactar luego con Óscar Castro, su sobrino e hijo de Quini, para trasladarles personalmente la situación y agradecerles la dedicación que su tío ha tenido siempre en todos sus años en la entidad rojiblanca. Otros trabajadores del club hablaron con Lorena Castro, hermana de Óscar, también profesional de la entidad.

A pesar del largo tiempo que Falo Castro estuvo vinculado al Sporting, solo llevaba contratado por el club de forma directa tres años. Antes de esto, el menor de los hermanos Castro dependía de una subcontrata –la empresa de seguridad Prosegur– para la que trabajaba en los partidos que se celebraban en El Molinón. Los motivos para el despido, explicaban en el club, son únicamente profesionales. De Falo, de hecho, nadie tiene una mala palabra.

Orlegi Sports ha puesto en marcha un proceso de digitalización para modernizar los sistemas de acceso a El Molinón y a Mareo. Este método incluye tarjetas personalizadas para cada empleado. Falo, que tenía las llaves del estadio rojiblanco, no encajaba a juicio de la entidad dentro de esta nueva red de seguridad. En los últimos tiempos, además, el campo municipal se ha visto salpicado por intentos de robos y otros actos vandálicos que ahora el club trata de evitar. Los responsables de seguridad entienden que su perfil no es el idóneo para esta nueva etapa que se abre.

Rostro amable para desconocidos o amigos por igual, siempre prudente, siempre cariñoso, era el guardián de El Molinón. Querido por todos, hacía labores de organización y mantenimiento en el día a día del estadio rojiblanco. Era también una persona crucial para montar el dispositivo de seguridad en los días de partido. Y siempre el último en irse del campo como cuando tenía que esperar a que los periodistas terminaran su trabajo. "Me voy a la ducha y espero... Cinco minutos más y nos vamos todos", solía decir con tono cariñoso, bromista, para avisar. La noticia le cogió con el pie cambiado. Sportinguista confeso, fue de hecho uno de los porteros que consiguieron el ascenso a Segunda B con el filial rojiblanco en la campaña 1980-1981. Tras ese logro, el Sporting le dio la baja.

Los últimos despidos se enmarcan dentro de la política del grupo mexicano de reestructurar la plantilla de trabajadores no deportivos del club rojiblanco a base de despidos y la incorporación de nuevos profesionales. Estos cambios están afectando a todas las parcelas: desde los servicios médicos hasta la comunicación. Orlegi, de hecho, ha contratado a no menos de siete profesionales en las últimas semanas para el área deportiva, el departamento jurídico, la Fundación, los servicios médicos y de comunicación. El último fichaje es el del periodista Manu Carriles, procedente de la TPA, que se ha convertido en nuevo responsable de contenidos audiovisuales del club gijonés.

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