"Es que se han juntado varios aspectos a la vez: que no hay competición esta jornada en Primera División por los compromisos internacionales, que el partido se disputa en Madrid, la capital, donde siempre hay mucho más movimiento que en otras ciudades, que el Sporting como club tiene ya de por sí mucho tirón, y, además, que están en ascenso directo y jugando muy bien a fútbol, por lo que todavía atraen a más gente", explicaba un importante ejecutivo del fútbol en Santo Domingo para justificar el enorme despliegue de actores relevantes de este negocio un sábado de tarde de noviembre para seguir en directo el duelo entre el Club Deportivo Alcorcón y el Sporting de la jornada 16 de Liga en Segunda División.
Durante la semana, sostienen fuentes del Alcorcón, las peticiones para solicitar por correo un sitio en el palco por parte de gente del mundo del fútbol se multiplicó por cinco respecto a cualquier otro encuentro del equipo madrileño como local de competición liguera. De hecho, el club alfarero habilitó una única taquilla para tramitar todas estas entradas, y la incapacidad de estos trabajadores del Alcorcón de responder solos a toda la demanda que se concentraba a buscar sus localidades antes del partido provocó un enorme colapso que dejó a muchos de los asistentes sin la oportunidad de ver los primeros minutos del encuentro. Casualmente, los mejores del Sporting. "¿Ha pasado algo?", se preguntaba la gente.
El palco de personalidades del estadio alfarero estaba media hora antes del inicio de partido absolutamente sobrepasado, pero seguía apareciendo más y más gente por esa zona sin que nadie controlase los accesos ni hiciese demasiadas preguntas al respecto. Todo el lío con el reparto de entradas y la falta de coordinación del club madrileño en la organización del encuentro, absolutamente sobrepasado, provocó que varios seguidores rojiblancos se buscasen por su cuenta la vida para encontrar deprisa un sitio, ocupando zonas que en teoría debían estar dispuestas para estas invitaciones.
Y en medio de ese caos, un sinfín de ilustres compartiendo mesa y mantel con hinchas del Sporting, que, a la vez, evidenciaban sus nervios por el desarrollo del encuentro. Una escena extraña, pero en cierto modo un tanto romántica: nervios y pedigrí en el palco. Mezcla que dejó alguna anécdota: una de las más llamativas en el añadido del partido cuando un seguidor rojiblanco perdió el control al menospreciar a voces a Pedro Mosquera por entender que este estaba buscando las cosquillas a Djuka. Y varios de los ejecutivos del fútbol, alucinando. Porque por ahí deambulaban representantes de muchos jugadores del primer equipo rojiblanco, padres de futbolistas, asesores de comunicación, periodistas asturianos exiliados a la capital, y varios nombres de calado en el fútbol español. Entre la prensa estaban distintos representantes de estructuras deportivas de Primera y Segunda División tomando nota de lo que sucedía en el encuentro. Uno, Borja Lasso, quien ahora trabaja en la dirección deportiva del Cádiz tras colgar las botas. Otro, Rubén Reyes, ex Oviedo, y ahora liderando la parcela deportiva en el Getafe.
Unos metros más allá y muy cerca del palco presidencial se encontraba ubicado el exsportinguista Nico Rodríguez, que hasta hace unas semanas representaba la estructura del Granada en Primera División. Unas filas por debajo de los periodistas estaban sentados los dos hombres fuertes del fútbol del equipo revelación y líder de la categoría en Segunda División: Borja Jiménez y Txema Indias, entrenador y director deportivo del Leganés respectivamente.
Jiménez fue, de hecho, uno de los más reconocidos por el gentío que deambulaba de una zona a otra del campo buscando un acomodo. "Era el gran atractivo de la jornada y Madrid siempre posibilita a que vengan muchos ojeadores y gente del fútbol porque es una ciudad que está muy bien conectada", sentenciaba uno de los presentes.