"Su problema nunca ha sido de nivel. Todo lo contrario. El tema está en que parece que vive en una burbuja. Pero de fútbol va sobrado", explica una persona que conoce muy bien a Christian Rivera, un futbolista tan singular como brillante. "No le gusta nada el fútbol. No ve un partido. Pero cuando lo ves jugar....", señala otro ex compañero del mediocentro gijonés que el pasado sábado sentó cátedra en el estadio de Santo Domingo y lideró el centro del campo del Sporting ante el Alcorcón.
Hasta que le duró la gasolina, la exhibición del mediocentro gijonés dejó boquiabierto a todos los asistentes, entre ellos algunos responsables de direcciones deportivas de clubes potentes del fútbol español que asistieron a un desempeño sobresaliente de un jugador que de condiciones va sobrado, sostienen todos los que han tenido la oportunidad de coincidir de alguna u otra forma con él.
Desde su retorno al club, en 2021, en una apuesta fuerte de Javi Rico, su nombre siempre ha dividido al club y a su entorno entre críticos por su particular forma de entender el deporte, y los amantes de su juego.
Le afeaban algunos rectores de la anterior y de esta propiedad su falta de una rutina más estricta y acorde a la exigencia del fútbol profesional. "El ritmo lo da jugar y a mí me gusta más jugar que entrenar", admitió el jugador en una entrevista a LA NUEVA ESPAÑA. Este verano el club volvió a situarle el cartel de transferible. Pero no se inmutó. Comenzó entonces un "reset" que, sostienen fuentes del club, se está alargando hasta hoy. "Al principio estaba en duda mi continuidad. Fui claro, dije que me iba a quedar. Que iba a pelear por tener un puesto. Estoy en ese camino. Puedo decir claramente que estoy dando el 100%. Más no se puede dar", afirma el centrocampista. "Si quiere, todos sabemos de su potencial", lo ensalzaba hace tan solo unas semanas Miguel Ángel Ramírez, su técnico.
"Siempre he tenido claro que se trata de un jugador de gran potencial. Sobre todo técnicamente", confiesa Nahuel Leiva, ex compañero del ahora medio rojiblanco en Can Barça. Interviene desde México el ex sportinguista Aitor García, quien fuera compañero y amigo de "Rive" en las dos últimas temporadas en el club rojiblanco. "Tiene tranquilidad, calma... Es la perfección. Solo necesita centrarse para estar más arriba. Tiene nivel para ser top de la categoría". "Si lo ves entrenar... Lo que hizo en Alcorcón lo hace en los partidillos en Mareo. Es habitual", señala una fuente del club rojiblanco. En Mareo nadie ha dudado nunca de sus cualidades para ser uno de los referentes en la medular, independiente de la competencia que tenga en esa posición el proyecto. "Jugar es un tema de él, no de los fichajes que se hagan para esa posición", siempre han manifestado directivos y técnicos.
Poseedor de un físico privilegiado (191 centímetros de altura) y con capacidad para llegar con facilidad de área a área gracias a su gran zancada, como se pudo apreciar en la recta final del choque ante el Amorebieta, su visión de juego, y, sobre todo, depurada técnica le hicieron ser un prodigio precoz. Todavía tiene 26 años.
"Si fuera constante en el trabajo, en el día a día, podría jugar en cualquier equipo. Si recapacita y quiere de verdad ser futbolista de primer nivel y jugar en Primera División, está a tiempo. Solo depende de él", dice un importante ejecutivo del fútbol nacional. A sus espaldas ha librado ya un sinfín de batallas, de idas y venidas, de luchas internas contra sus fantasmas... "Al principio estaba en duda mi continuidad. Fui claro, dije que me iba a quedar. Que iba a pelear por tener un puesto. Puedo decir claramente que estoy dando el 100%. Más no se puede dar. Creo que me estoy ganando un puesto. En el equipo hay mucha competitividad, pero estoy haciendo las cosas bien", señala el jugador. "Estoy cuidando cada pequeño detalle para no tener ningún tipo de molestia ni lesión y creo que lo estoy consiguiendo", zanja.