La contracrónica del Sporting-Espanyol: el lastre de la cruz del play-off, un arbitraje desquiciante, el recibimiento crítico a Gragera y el premio a Roque Mesa

Los rojiblancos se atascan en el nuevo formato de promoción a Primera: Las Palmas, el Valladolid y ahora los catalanes se cruzan en el camino

Hassan y Mario González se lamentan tras una ocasión fallada por el Sporting

Hassan y Mario González se lamentan tras una ocasión fallada por el Sporting / Marcos León

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Ni a la quinta fue la vencida para el primer triunfo en el play-off

Se daban todos los ingredientes para que por fin llegase la primera. El Sporting había mostrado su mejor versión ante los equipos de la zona alta. Hasta el punto de que los rojiblancos eran los únicos invictos entre los rivales del play-off. Pero los detalles y momentos, tan claves e importantes en el fútbol, que le suelen dar la cara al Sporting en muchos momentos decisivos -como ascensos y permanencias en los últimos tres lustros-, se convierten en cruz cuando toca afrontar este nuevo formato de pelea por el ascenso. Como sucedió ante Las Palmas, con dos derrotas en 2014, o también con el doble pinchazo ante Valladolid en 2018, el Sporting no pudo quitarse esa espina y volvió a encajar una derrota. Y esta vez ante el Espanyol llegó como más duele, en la recta final, en un partido igualado que pudo acabar en empate o decantarse para cada lado. Un mazazo importante, que pone la eliminatoria cuesta arriba, y que obliga a ganar por dos goles de diferencia. O ganar por uno en los primeros noventa minutos y jugársela a otro tanto en el añadido de la prórroga, porque no existirá la opción de los penaltis. Difícil, pero no imposible. En situaciones más adversas el sportinguismo acabó con una sonrisa. Qué mejor manera de estrenarse por fin en el play-off con este nuevo formato en funcionamiento desde hace poco más de una década que con una gesta en Cornellà.

Presión a una arbitraje desquiciante en el recuerdo a Gelín

En una década el Sporting ha vivido ya, contando el actual, tres play-offs. Y celebrado un ascenso directo. Pero el ambiente se mantiene igual de mágico e intenso. Influye mucho también que los rojiblancos hayan estado 22 jornadas de la Liga regular entre los seis primeros. Con la Mareona enganchada desde el recibimiento, con un ambientazo único, y con la grada volcada desde el pitido inicial, presionando al Espanyol y al árbitro, que desquició a los rojiblancos y a la hinchada con una sucesión de decisiones discutidas. Que el partido acabase en derrota supuso un mazazo duro. Pero haciendo gala del himno, con ese "Tu fe nunca decaiga", la grada despidió a los suyos con una ovación, con un mensaje de confiar en la remontada. Aunque el recuerdo a Gelín, el socio fallecido en el último partido de Liga en El Molinón, no pudo ser el soñado, sí que fue muy emocionante.

Campuzano rozó otra vez en el 88 el gol, pero fue Puado el que lució pegada

Los goles son la salsa del fútbol. Todos los niños sueñan, salvo excepciones, con ser delanteros y marcar muchos tantos. El gol se paga. Contar con un buen ataque es clave para cumplir objetivos. La definición da muchos puntos y decide partidos. Y esa losa la ha notado durante todo el año el Sporting. Con Djuka lesionado, el atacante inicial fue Mario González, junto al reconvertido Otero –que es el pichichi con diez tantos junto a Gaspar–. Pero faltó esa mordiente y peligro real en ataque, que no llegó hasta que entró de nuevo Campuzano. Como ante el Eibar, en el minuto 84, la tuvo en sus botas. Pero esta vez se fue el balón rozando el palo por muy poco. Poco después, una pérdida de Villalba, que se durmió junto a la línea central, permitió un ataque al Espanyol que acabó con Puado rompiendo entre líneas y marcando su decimocuarto gol del curso, que se unen a los 22 de Braithwaite. Dos monstruos en ataque. Y uno de ellos decidió el partido.

Gragera, bronca desde el inicio y lío final en su regreso

Su marcha de Gijón se produjo hace año y medio, en el mercado de invierno. Le llegó una oferta de Primera, un nuevo proyecto, cuando no vivía precisamente su mejor momento el Sporting. Un canterano que abandonaba el equipo de su ciudad en busca de nuevas metas. Una decisión que muchos seguidores rojiblancos no entendieron. La situación se agravó con el descenso del Espanyol y su regresó en El Molinón. Ya hubo pitos en el partido de la fase regular. Pero ahora en el play-off la situación fue a más. Bronca desde que sonó su nombre en la megafonía, pitos durante el partido y tras ser sustituido. Y lío final con unos aficionados tras saludar Gragera a otros seguidores que estaban en la grada oeste. No fue sin duda un buen regreso para un canterano al que el sportinguismo no le perdona su cambio de aires.

Roque Mesa, premiado tras su gol en Elda, pivote junto al indiscutible Róber Pier

El héroe y goleador del partido ante el Eldense tuvo el premio de la titularidad. Roque Mesa, intermitente todo el curso para Ramírez en las alineaciones, fue una de las novedades en el momento decisivo. El centrocampista canario, especialista en ascensos, aportó esa jerarquía y veteranía necesaria en partidos de alta tensión. Hasta el punto de que esa intensidad se tradujo en la primera tarjeta del partido, por una protesta. Fue en este caso el nuevo compañero en el pivote de Róber Pier, asentado en una demarcación en la que debutó precisamente frente al Espanyol hace poco más de un mes. Miguel Ángel Ramírez, que mantuvo fe ciega en el defensa adaptado al centro del campo, hasta el punto de que casi ni le sustituía, en esta ocasión sí que arriesgó y fue el cambio para dar frescura a la medular, dando entrada a Christian Rivera.

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