Pelayo Morilla comparte la decisión más dura, su retirada con 23 años: "Lo más difícil no es la lesión, es decir ‘hasta aquí llegué’"
El exrojiblanco, que debutó con el Sporting en 2018 siendo una de las mejores zurdas de Mareo, deja el fútbol tras su quinta lesión grave de rodilla

Pelayo Morilla, apoyado sobre la rodilla izquierda, la que le ha obligado a dejar el fútbol. / Ángel González
"Si no hubiera llegado al fútbol profesional por malo, o porque se me hubiera ido la cabeza, pues bueno... Pero cuando se te va por algo que no depende de ti...". Ni cuatro graves lesiones de rodilla habían quitado a Pelayo Morilla Cabal (Oviedo, 2001) el sueño de hacer carrera en el fútbol. Este verano inició un nuevo intento por recuperar el tiempo y el lugar robado por las lesiones. El internacional sub-19 y canterano del Sporting –con el que debutó en 2018 de la mano de Baraja, disputó cinco partidos e hizo un gol al Numancia en Copa– buscó una nueva oportunidad en el Club Deportivo Teruel, de Segunda Federación. Duró un partido. Molestias y un nuevo diagnóstico en su rodilla, el quinto: otra vez roto. "Lo más difícil no es la lesión, es decir: ‘hasta aquí llegué’", cuenta, a sus 23 años, en su encuentro con LA NUEVA ESPAÑA, uno de los mayores talentos criados en Mareo en los últimos años.
Sonríe mientras se apoya en su rodilla izquierda, la que ha dicho basta, en la que acumula cuatro de las cinco graves lesiones que le han apartado, definitivamente, del fútbol. Pelayo Morilla hace un ejercicio de optimismo y comparte las ganas de emprender nuevos proyectos. El dolor va por dentro. Atrás han quedado las primeras horas tras conocer su lesión, las más duras. "Me pasé dos días sin ganas de salir ni de la cama", confiesa. Aunque asumía el riesgo de recaer, nadie está preparado para renunciar a lo que más ha querido en la vida. Y en el caso de Pelayo, eso es el fútbol, el deporte al que "llevo jugando desde los tres años".
Lejos de un golpe, o de haber sufrido una fuerte entrada, lo que ha retirado a Pelayo ha sido un leve "crujido. Venía due jugar mis primeros 40 minutos con el Teruel y al día siguiente estaba entrenándome, haciendo un trabajo compensatorio. Lo noté y no le di importancia. Seguí entrenándome media hora más. Tenía molestia, pero nada. Al día siguiente me levanté con la rodilla hinchada. Por la tarde fue a más. Algo pasaba. Llamé a Gonzalo Revuelta (exmédico del Sporting). Es amigo íntimo. Me dijo que hiciera una resonancia. Me dieron los resultados: ´rotura de la plastia (la fórmula bajo la que se reparan unos ligamentos previamente rotos) y los meniscos, posiblemente tocados. Se me vino el mundo encima. Estaba hundido".
Solo, en Teruel, todo se hizo más complicado. "Vino mi novia y con el paso del tiempo vas pensando todo más en frío. Al final no tengo nada que reprocharme porque hice de todo. Hice todo lo que me mandaron para evitarlo: preventinos, post-entrenos… Mi estado físico, sin ser el mejor, era de lo mejor. Fue una amargura. Fue un shock grande. No te lo quieres creer", comparte Pelayo. De allí, entre idas y venidas médicas, ya salió con la decisión de colgar definitivamente las botas. "Me quedo con que he llegado. Con jugar en El Molinón, que no todo el mundo lo puede decir, con el debut (ante el Alcorcón), con los partidos con España hasta los 19 años. Cuando el cuerpo ha estado bien he respondido. El fútbol lo tenía dentro. Si no he podido disfrutar más, ha sido por las lesiones. Estando sano, el fútbol lo tenía. Venía de hacer una pretemporada con el Avilés muy buena...", subraya Pelayo. En este último punto entra un detalle importante, el sentimental.
El abuelo de Pelayo Morilla es Cabal, excanterano del Oviedo y futbolista muy querido en el Avilés Industrial por su su etapa como blanquiazul. "Él me acompañó a cada partido, a cada entrenamiento desde pequeño", añade Morilla a quien vió "cómo se le saltaban las lágrimas cuando estaba en el Suárez Puerta". Parte de la lucha de Pelayo tenía como objetivo hacer feliz a su abuelo, recompensar su confianza y esfuerzo viéndole triunfar en el fútbol. "Por quien más he sufrido es por él", confiesa. Solo hablar de Cabal hace a Morilla emocionarse. Ahora le toca disfrutar con él de otra manera.
No hay tiempo para más lágrimas. Solo para soluciones. Morilla se ha puesto en manos de Gonzalo Revuelta y del doctor Antonio Maestro, exjefe de los servicios médicos del Sporting y referencia en España en el tratamieno de lesiones de rodilla, para acabar de recuperarse y tramitar una pensión por incapacidad. Si nada cambia, no volverá a pasar por el quirófano. "La rodilla está estable, me permite hacer vida normal. En cuanto me den permiso volveré a hacer deporte, algo que no sea lesivo, como la natación o la bicicleta. Algo para mantenerme activo", explica.
En cuanto a lo profesional, también tiene la agenda llena de proyectos. "Este año termino la carrera de Magisterio por Educación Primaria. En unos días inicio las prácticas en el que fue mi colegio, las Dominicas de Oviedo. Solo me falta eso y el Trabajo Fin de Grado (TFG)", detalla. No se queda ahí. Si el fútbol pierde ahora una zurda privilegiada por la que el Madrid apretó para intentar llevárselo de Mareo, quiza en un futuro gane a Morilla en otro rol. "Cuando acabe Magisterio me planteo estudiar INEF y especializarme en entrenamientos de alto rendimiento. Me gustaría seguir ligado al fútbol en el futuro. Sé que, de alguna manera, volveré", sentencia el exrojiblanco antes de despedirse.
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