Así fue el recibimiento al Sporting para conseguir "ganar otra vez" ante el Eibar: banderas, petardos y botes de humo

Centenares de aficionados convierten en un pasillo rojiblanco la calle Luis Adaro

VÍDEO: Así recibe la afición al Sporting para el encuentro con el Eibar en El Molinón

Ángel González

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

Petardos, banderas, varias banderas, y muchos botes de humo para recuperar la liturgia de los recibimientos tres meses después. La esquina entre la avenida de Torcuato Fernández Miranda y la calle de Luis Adaro volvió a convertirse en el pasillo más rojiblanco de Gijón para recibir al autocar del Sporting antes de su partido ante el Eibar. "Te queremos, te adoramos, Real Sporting de Gijón", entonaron los centenares de sportinguistas que dieron el primer empujón al equipo antes de que echara a rodar el balón en El Molinón. 

"Hay que ganar otra vez porque si no volvemos a mirar pa abajo", se escuchaba mientras jóvenes, mayores y familias enteras se hacían sitio para ver la llegada del Sporting a El Molinón. Emergió el autocar a la mitad de Torcuato Fernández Miranda para encender el ambiente. Humo rojo y petardos dieron la bienvenida a los jugadores y avisaron al resto de los que, calle más abajo, no divisaba aún a la expedición rojiblanca. Escuchar cómo los futbolistas golpeaban las ventanillas, devolviendo, a su manera, el respaldo al equipo, sonó a música celestial para muchos.

La fiesta siguió en los aledaños de El Molinón hasta el inicio del partido. Decenas de aficionados se arremolinaron en el entorno del acceso al aparcamiento, la zona donde se bajaron los futbolistas del autocar, para seguir contando. Y ahí, los "hits" de "una gitana loca me echó las cartas", entre otros muchos, evidenció la disposición del sportinguismo para guiar hacia la remontada.

 Cantaron hasta los alumnos del Colegio la Inmaculada que recibieron, también en pasillo, a los jugadores a pie de césped durante el calentamiento. Subió decibelios el estadio cuando el partido puso en juego tres puntos fundamentales. El Molinón encendió la llama y el Sporting hizo el resto. 

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