Rubi vuelve al Molinón: del "no" del Sporting, a buscar su tercer ascenso con el Almería

El entrenador, descartado por Torrecilla, llega en la lucha por un objetivo frustrado en Gijón desde su salida en 2017

Rubi, durante una de sus visitas a El Molinón.   | JUAN PLAZA

Rubi, durante una de sus visitas a El Molinón. | JUAN PLAZA

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

Gijón

Era el verano de 2017 y el Sporting masticaba el descenso a Segunda con idas y vueltas en la plantilla y una apuesta decidida por un nuevo director deportivo. La llegada de Miguel Torrecilla a Gijón pilló a Joan Francesc Ferrer, Rubi (1970) con el contrato vencido y la incógnita de si seguiría al frente del conjunto gijonés, al que había llegado meses antes para intentar librar de caer a Segunda. Si en finales tan dramáticos suele ser habitual ver a los entrenadores despedirse tras el último partido y hacer las maletas al día siguiente, el catalán optó por lo contrario.

Rubi esperó en Gijón a que se instalara Torrecilla y dio margen al club para la toma de decisión, mostrando así su voluntad de continuar, avalado, además, por varios de los veteranos del vestuario. Se encontró con un "no" por respuesta. Desde entonces, el conjunto rojiblanco encadena ocho años en Segunda, y Rubi, dos ascensos a Primera (Huesca y Almería) y una clasificación para la Liga Europa (Espanyol). Mañana vuelve a El Molinón como rival.

Es posible que el primero de los muchos errores de Miguel Torrecilla en el Sporting fuera, precisamente, su primera gran decisión nada más aterrizar en el club. También es cierto que el debate sobre el entrenador, que con la distancia puede incluso parecer difícil de entender, estaba encendido durante aquellas semanas. El de Vilassar de Mar tomó decisiones controvertidas que molestaron a los sportinguistas amantes de lo tradicional. El cambio del banquillo local para el más próximo al fondo sur o evitar la entrada en el vestuario del capellán del Sporting, Fernando Fueyo (algo que después se fijó para siempre), enturbiaron el ambiente en torno a su figura.

Rubi, que había perdido al director deportivo que le firmó en enero, Nico Rodríguez, mantenía el apoyo de la mayoría de los futbolistas que aplaudieron su llegada tras dejar de creer en los métodos de Abelardo, momento en el que Javier Fernández, entonces presidente, activó su destitución. Sin embargo, el hecho de no haber conseguido evitar el descenso, objetivo para el que se le contrató, acabó de debilitar su credibilidad entre parte de la afición. Eran momentos complicados para un entrenador de la escuela Barça, con todo lo que eso implica en Gijón. En tiempos de resaca de éxitos como el Sporting de los Guajes o, un poco más allá, el de Preciado, la ciudad parecía demandar un perfil más práctico, más cercano, lejos de lo ola vanguardista instaurada por los éxitos de Guardiola. Torrecilla ya lo tenía encaminado: Paco Herrera.

Exjugador del Sporting, figura querida entre los más veteranos, con un currículum atractivo para convencer a los más jóvenes y la experiencia de haber trabajado juntos en Vigo, Herrera aterrizó para irse en menos de seis meses. Destituido en diciembre, fue el tiempo en el que Rubi construyó en Huesca un equipo ganador para protagonizar un ascenso histórico. Nunca antes el cuadro oscense había conseguido dar el salto a la máxima categoría del fútbol español. Fue el primero de varios éxitos con pocos mimbres y mucho talento. Ahora, vuelve a Gijón para intentar devolver al Almería. Esta vez, con pesos pesados en la plantilla y puño de hierro.

Con todo, no pasa su mejor momento. Encadena cinco jornadas sin ganar, pero se mantienen en zona de play-off, sextos, a tres puntos del ascenso directo. En el municipal gijonés tendrá enfrente a aquel Sporting que quiso subir y no pudo, o más bien, no le dejaron. n

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