Diez años de un ascenso histórico del Sporting: "Éramos una piña"

"Conseguimos algo que a principio de temporada parecía imposible", recuerda el vestuario de una de las grandes gestas del Sporting, que subió a Primera en 2015 con apuros económicos y con canteranos

El Sporting celebra el ascenso a Primera en 2015 en el césped del Benito Villamarín. | EFE

El Sporting celebra el ascenso a Primera en 2015 en el césped del Benito Villamarín. | EFE

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

Gijón

7 de junio de 2015. Una fecha que ya es parte fundamental en la historia de un club centenario. Aquel día el Sporting completó una de las mayores hazañas de su vida tras lograr en el Villamarín un ascenso agónico e increíble. El tiempo lo recuerda con cariño como el ascenso del Sporting de los Guajes, uno de los equipos que mejor ha conectado de siempre con la grada y que mejor representa la esencia de los valores del club rojiblanco. También fue un ascenso contra todo pronóstico, por las dificultades económicas que atravesaba por entonces la entidad, que en cierta manera cogió aire gracias a los millones que dejó en las arcas ese tan ansiado retorno a Primera División.

Abelardo lideró desde el banquillo una plantilla jovencísima, repleta de jugadores de la casa, formados en Mareo, que no solamente lograron devolver al club a la elite del fútbol, con récord incluido -2 derrotas en todo el curso y 82 puntos-, sino que además también recuperaron la comunión entre el equipo y El Molinón, entregado a la causa. Diez años después, tres protagonistas de aquella gesta irrepetible como son Jorge Meré, Álex Menéndez y Nacho Cases, todos canteranos, recuerdan a través de LA NUEVA ESPAÑA las claves de una campaña que jamás será olvidada por la afición del Sporting.

"La gente sabía que el club estaba pasando atravesando una situación delicada y conocía también cuál era la situación de los jugadores. Por eso nos apoyó a tope. Había gente joven que se juntó con gente de nivel en la categoría que ya estaban en el equipo. Y fue una bomba que no se pudo parar", comienza Álex Menéndez, uno de los jugadores de aquella generación dorada que irrumpió en el primer equipo desde Mareo. "Las claves fueron tres: la calidad humana del grupo, la gente de la casa, porque sabía qué era el Sporting; y la unión con la grada", recuerda Nacho Cases, uno de los grandes líderes de aquel grupo. "Éramos una piña, un grupo de amigos fuera del fútbol. Fue súper bonito", recuerda Jorge Meré, una de las grandes irrupciones de aquel grupo.

"Conseguimos algo que al principio de la temporada parecía imposible. Y fue gracias al grupo que había. Una unión… Fue algo increíble", insiste Menéndez. "El día del ascenso hacía mucho calor. Recuerdo que estuvimos muy nerviosos, al principio las piernas no andaban; después de los primeros veinte minutos nos fuimos entonando. Pero si hubiesen seguido así… no habríamos ganado. Teníamos pocas esperanzas en los demás desde el principio. Por eso fue tan divertido. Es el día mas feliz de mi carrera deportiva. Aquellos 15 minutos en el césped del Villamarín fueron los más felices de mi vida", cuenta Cases.

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