Miguel Ángel, el leonés de todos los viajes del Sporting: de mina La Camocha a cruzar España en 508

"Quería batir mi récord", dice este aficionado de Valencia de Don Juan tras asistir a los 49 partidos del equipo este año

Miguel Ángel Escudero.

Miguel Ángel Escudero. / MAE

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

Gijón

"42 de Liga, 2 de Copa y 5 de pretemporada". Así resume Miguel Ángel Escudero Oniga (Laguna de Negrillos, León, 1949) la campaña del Sporting. La cuenta por el número de partidos a los que ha asistido, 49. Es decir, todos los que han formado parte del calendario. No se ha perdido ni uno. "Los únicos en los que falté fueron los que disputaron sin acceso al público", detalla en referencia a los jugados, ante el Celta y el Avs, a puerta cerrada. A bordo de su coche, un Peugeot 508 con "73.000 kilómetros el año pasado y 30.000 éste", más el obligado uso del avión para la visita al Tenerife, su fiel seguimiento tuvo como motores un ejemplar sportinguismo, mucho tiempo libre y algo más: "Quería batir mi récord".

Miguel Ángel, en Ferrol, último viaje del Sporting.  | M. A. E.

Miguel Ángel, en Ferrol, último viaje del Sporting. | M. A. E.

Es uno de los rostros más conocidos de la Mareona. Miguel Ángel Escudero lleva años siendo un habitual en los desplazamientos del Sporting. Lo que se inició con relativa frecuencia, ha terminado convertido, cada fin de semana, en una especie de ritual dentro del idilio de este leonés que abrazó al Sporting con apenas seis años. "Nací en Laguna de Negrillos, pero de guaje me fui a vivir a Gijón. Primero con mi tía, y después con mis padres. Todavía recuerdo los fines de semana en los que, además de a El Molinón, íbamos a ver entrenamientos y partidos al campo de los Hermanos Fresno", cuenta quien, años después, formaría familia con una asturiana, con la que tuvo tres hijos, y trabajaría "picando carbón en mina La Camocha durante ocho años".

Su retiro de la mina y la decisión de volver a León "a finales de los años 90", no le distanciaron del Sporting. Al contrario. Fue cuando empezó a dejarse ver, cada vez más, en los partidos lejos de El Molinón. "Incluso tuve una etapa en la que viví en Cáceres y no me perdía ni un partido de los que se disputaban por el sur", afirma. Tras su jubilación definitiva, y ya afincado en Valencia de Don Juan, la cifra de viajes empezó a aumentar. Unas veces solo y otras, con su hijo mediano, también llamado Miguel Ángel. "La mayor de mis hijas, Mari Carmen, tiene tatuado el escudo del Sporting. La pequeña, María del Pilar, es también sportinguista, pero creo que el marido no tanto", desliza sobre sus sospechas de que tire más para el Oviedo. Y así, hasta la temporada 2024-25, cuando "me puse el reto de intentar estar en todos los partidos. Los de El Molinón, y los de fuera". Y cumplió. "Me hice una camiseta para conmemorarlo. Puse en la espalda el número de partidos y me la llevé puesta a Ferrol (escenario del encuentro con el que el Sporting cerró la temporada). El club se portó muy bien conmigo porque me entregó un brazalete de capitán, firmado por Cote. Siempre me ayudan en lo que pueden", explica quien ha sido imagen de la campaña "capitanes de la Marea".

"La entrada que más me costó conseguir fue la de la visita al Tartiere. 72 euros pagué y gracias a que me la consiguió la gente de Unipes, porque apenas había", cuenta de un campo, el del eterno rival, al que "no me gusta mucho ir, la verdad. Fui por eso, por no fallar a ninguno". En su particular temporada también hay un montón de anécdotas e ingenio para buscar fórmulas que le permitieran acompañar al equipo. Está dado de alta en una aplicación mediante la que otras personas pueden apuntarse y "compartir los trayectos en coche, así amortizo un poco la gasolina". Y cuando toca coger el avión, como sucedió par la visita al Tenerife, tampoco dudó en coger carretera e irse al aeropuerto de Sevilla porque "desde allí me salía más económico todo". No hay reproche por el dinero invertido en toda esta odisea tras el Sporting. "Viajo sin prisa y es algo que me entretiene y me divierte mucho. Presta. Mientras pueda, quiero mantenerlo", dice este abuelo de tres nietos.

No sabe cuántos viajes hará la próxima campaña, pero sí está muy pendiente de la plantilla de cara al próximo curso. "Me gustaría que siguiera Gelabert, porque es buen futbolista, y también Nacho Méndez, es de la casa", apunta. A la espera de cómo avanzan los fichajes, deja caer una reflexión: "¿El ascenso?, si dependiera de mí estábamos ascendidos ya en enero".

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