La unión de dos fincas, la amenaza de las obras del canal del Piles, los 21 días para la tribuna y el gesto de Gil Fernández Barcia: El Molinón y los 120 años de Sporting vistos por el historiador Héctor Blanco

El origen y desarrollo del campo de fútbol más antiguo de España acompañan la evolución del club rojiblanco

Construcción de la tribuna cubierta (1928).  | FOTO KLARK / REPRODUCCIÓN DE M. FERNÁNDEZ.

Construcción de la tribuna cubierta (1928). | FOTO KLARK / REPRODUCCIÓN DE M. FERNÁNDEZ.

Héctor Blanco

Historiador

Hace 30 años José Luis "Leli" Rubiera hizo inventario en un artículo publicado en la prensa local de los campos de fútbol gijoneses desaparecidos hasta ese año de 1995. La cifra resulta notoria, más de 40, contándose entre ellos algunos que habían gozado de renombre e intensa actividad.

Recintos creados desde el arranque del siglo XX, cuando comenzó la práctica del balompié en Gijón, que fueron ubicándose en barrios y en la periferia del casco urbano, campos cuyo inicio fue similar al de El Molinón. Casi todos los "campicidios" censados por Rubiera fueron consecuencia del imparable crecimiento de la ciudad, cuando los terrenos -unos con actividad deportiva sólo durante pocos años, otros durante décadas- pasaron a tener más valor como solares y por tanto a edificarse. Pocos fueron los que sucumbieron por reformas urbanísticas, pero una de ellas estuvo a punto de provocar la desaparición de El Molinón.

El estadio, finalizadas las obras de la puerta principal y de la tribuna cubierta . | ARCHIVO GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA

El estadio, finalizadas las obras de la puerta principal y de la tribuna cubierta . | ARCHIVO GRAN ENCICLOPEDIA ASTURIANA

El lugar en el que hoy se ubica el estadio era, a comienzos del siglo XX, un paraje prácticamente campestre. Unas fincas agrícolas en el extrarradio que hasta poco tiempo atrás habían sido parte de la parroquia de Ceares, rodeadas por la charca del Piles y los meandros del propio río. En su entorno constructivamente sólo destacaban dos instalaciones fabriles en decadencia: el Molinón de La Arena, molino harinero y fábrica de conservas que daba nombre a la zona y sobre el que actualmente está construido el Parador, y las Forjas del Piles, de las que ya no quedan restos salvo los que puedan perdurar de su cimentación en el subsuelo.

Aquellas fincas unidas daban para una parcela amplia, se ofrecían en arriendo a precio barato y tenían otras dos características capitales: eran llanas y estaban bien comunicadas con el núcleo urbano. Desde el mismo había acceso directo mediante la calle de Ezcurdia y también de la colindante carretera de Villaviciosa, a lo que se sumaba la cercanía de la línea del tranvía de Somió. Desde sus inicios el fútbol atrajo espectadores, un público que no tardó en tener que pagar entrada para presenciar los partidos, una recaudación con la que se sufragaban el abono de la renta de los terrenos y los gastos más básicos de los equipos.

El recinto de El Molinón, con la portilla de entrada, la caseta de la cantina y, al fondo, los vestuarios (h. 1920). | ARCHIVO REAL SPORTING DE GIJÓN

El campo de El Molinón a finales de la década de 1910. / Constantino Suárez (Muséu del Pueblu d'Asturies)

En todo caso este deporte, hoy asociado a cifras astronómicas, triunfó precisamente por ser sencillo y económico. Dos rivales disputándose un balón, con reglas fáciles y en un campo de juego que no precisaba de más infraestructura que las porterías, unas líneas marcadas con cal en el suelo y un cierre simple de su perímetro. En el caso de El Molinón, el emplazamiento sobre terrenos con un elevado nivel freático y en una zona permanentemente húmeda facilitaba además contar con una cobertura verde sin gran esfuerzo. Ese es el contexto en el que surge el campo de fútbol de El Molinón en la década de 1900.

El primer hito

El primer hito que encarriló El Molinón hacia el presente fue su vinculación al Real Sporting en la década de 1910. Al igual que ocurrió con los campos de juego, diversos fueron los equipos de fútbol surgidos en Gijón, si bien entre ellos el Sporting Gijonés, fundado por Anselmo López en 1905, pasó en menos de una década a convertirse en un referente deportivo ya como Real Sporting. Un equipo que fue haciendo mejoras en aquel campo alquilado -delimitación, drenaje y nivelación del terreno- y que también fue parejo con mejoras para el público y los jugadores con la construcción de gradas, aseos, vestuarios, cantina y un buen acceso -la actual calle Sporting-; gran parte de ello logrado gracias al empuje de Enrique Guisasola, quien acabó sucediendo a López en el cargo de presidente del club. Esa transformación de lo que era un simple campo de juego en el germen del futuro estadio tuvo incluso una inauguración oficial el 5 de agosto de 1917 que, según las crónicas de prensa, fue un multitudinario festejo popular.

Fotografía aérea de 1946 con el canal del Piles construido. Las líneas blancas indican el trazado inicialmente previsto para el mismo, partiendo en dos El Molinón.  | FOTOTECA DEL INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL

Fotografía aérea de 1946 con el canal del Piles construido. Las líneas blancas indican el trazado inicialmente previsto para el mismo, partiendo en dos El Molinón. | FOTOTECA DEL INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL

En la década siguiente llegó uno de los momentos cruciales en la historia de El Molinón: su consolidación como uno de los campos con más renombre del norte peninsular. Así, , en 1924 el programa oficial de la visita a Gijón de Alfonso de Borbón y Battemberg, príncipe de Asturias, con motivo de su asistencia a la clausura de la Primera Feria de Muestras incluyó un partido de fútbol que no podía celebrarse en mejor sitio que en El Molinón.

A pesar de esa realidad, El Molinón estaba condenado a desaparecer debido a una relevante obra hidráulica: la construcción del canal del Piles. Una de esas obras largo tiempo planteadas pero que parecía que no iba a materializarse nunca. Hasta que a comienzos de esa década de 1920, tras años de peticiones hechas desde el Ayuntamiento, el Estado decidió iniciar los trabajos partiendo de un proyecto que trazaba una canalización casi recta entre el puente de La Guía y la desembocadura del río y que pasaba por en medio del campo de fútbol. El Molinón "está amenazado de desaparecer, tragado por el horrible canal que llevará al río Piles desde La Guía al mar" lamentaba en el verano de 1924 Refala, Rafael González Díaz, reputado cronista deportivo del diario "El Noroeste".

El campo de El Molinón a finales de la década de 1910. | C. SUÁREZ / MUSÉU DEL PUEBLU D’ASTURIES

El recinto de El Molinón, con la portilla de entrada, la caseta de la cantina y, al fondo, los vestuarios (h. 1920). / Archivo Real Sporting de Gijón.

Los 21 días

El Sporting -propietario ya de los terrenos- no quiso poner obstáculo a una obra que en Gijón se consideraba esencial para el saneamiento de la zona y en la que confluían importantes intereses vinculados a la expansión oriental del barrio de L’Arena. Esa comprensión no supuso la renuncia a seguir en esa ubicación, planteando como solución una compensación con terrenos suficientes entre El Molinón y la carretera de Villaviciosa que permitiesen levantar un nuevo estadio. La operación era económicamente relevante para las administraciones implicadas, lo que motivó que en 1927, cuando ya estaba ejecutada la parte del canal más próxima al mar, el Ayuntamiento pidiese el cambio del trazado previsto para la parte restante del mismo. En ese momento crítico para la supervivencia del campo primigenio un acontecimiento inesperado resultó crucial para el desenlace: la designación en 1928 de Gijón como sede del partido internacional España–Italia. El evento conllevó una gran obra constructiva en El Molinón: la tribuna cubierta proyectada por el arquitecto municipal Miguel García de la Cruz y materializada en 21 días gracias a una notable estructura metálica realizada por la empresa Juliana Constructora Gijonesa. Con esas mejoras el estadio podría llegar a albergar, en gran parte de pie, hasta 20.000 espectadores. También se había dotado a El Molinón de una puerta monumental en su flanco meridional más su cierre mediante una tapia y la adecuación de un aparcamiento frente al mismo.

La inversión realizada y el renombre alcanzado por El Molinón disipó las dudas y el canal finalmente fue curvo y de mayor longitud para poder salvarlo.

Un hito definitivo

Tras superar este primer asalto, el hito definitivo para la pervivencia de El Molinón se gestó durante la Segunda República. En 1935, justo hace 90 años, la imposibilidad del Sporting de afrontar sus deudas abocaba al embargo y la consiguiente subasta del estadio. Si desde el consistorio no se hubiese actuado con diligencia muy probablemente los terrenos hubiesen sido parcelados y vendidos para dar continuidad al exitoso desarrollo residencial del colindante barrio de El Bibio. Al pasar a ser propiedad municipal, gracias a la ágil capacidad de gestión del alcalde Gil Fernández Barcia, se salvó definitivamente a El Molinón. En la posguerra el Ayuntamiento siguió adquiriendo los terrenos del entorno -hasta entonces edificables- para la ejecución del parque de Isabel la Católica, configurando el gran área de terreno público que hoy tenemos entre el canal del Piles, las avenidas de Castilla y Torcuato Fernández Miranda y Las Mestas. Si no hubiesen sido municipales, cabe poca duda de que por su estratégica ubicación esos terrenos hubiesen acabado reconvertidos en bloques de viviendas en altura durante la vorágine edificatoria desarrollista, como lo fue su perímetro. El Molinón no tendría el magnífico entorno que tiene ahora y que supone un notable valor añadido.

La transformación

Si la primera mitad del siglo XX fue el periodo en el que las circunstancias expuestas aseguraron la pervivencia de El Molinón, en la segunda mitad de la centuria se produjo la transformación que supuso su conversión en un gran estadio. El proceso se inició en 1951 con el proyecto firmado por los arquitectos José Avelino Díaz y Fernández-Omaña, Juan Manuel del Busto, Miguel Díaz y Negrete y los ingenieros Guillermo Cuesta Sirgo e Ignacio Arango. Desde entonces se sucedieron diversas modificaciones, ampliaciones y renovaciones hasta el inicio del siglo actual, cuando se acometió la última gran reforma culminada con la envolvente artística diseñada por Joaquín Vaquero Turcios en 2008 y concluida en 2011.

Todo el proceso de la evolución constructiva de ese primer siglo de historia puede conocerse en detalle consultado la publicación Historias de El Molinón (2008) disponible en línea en la web municipal y también impreso en nuestra red de bibliotecas públicas.

En la conmemoración que desde LA NUEVA ESPAÑA se hace del 120º aniversario del Real Sporting de Gijón aquí quedan las claves para entender por qué tenemos El Molinón. Es una pequeña parte de su larga historia, pero es una parte crucial. Sin ella no tendríamos el estadio de fútbol con el terreno de juego más antiguo del país.

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