La contracrónica de la victoria del Sporting: del día de Churruca, a Moriyón, Paula Prendes y... los ejecutivos de Orlegi
El Molinón ruge (y respira) entre 23.906 espectadores que volvieron a sonreír con José Riestra y Luis Miguel Pérez muy atentos al estreno en el banquillo

Iñaki Churruca, ayer, durante su homenaje en El Molinón, flanqueado por Redondo y Joaquín. | MARCOS LEÓN

"Tengo como miedo, estoy nerviosa, quiero salir ya del campo", decía Laura Carballeira, socia desde 2007 y vecina de Nuevo Roces, a las 13.00 horas, justo cuando comenzaba su previa para el Sporting–Racing. Estaba inquieta por cómo había transcurrido la semana: "Los cambios de entrenador o salen muy bien o salen muy mal; es difícil adaptar al equipo a una nueva manera de trabajar". Había llegado temprano para calentar motores antes de entrar en El Molinón, pero los nervios ya se palpaban en el aire.

Aficionados rojiblancos en El Molinón, durante el himno del Sporting, ayer, en el partido contra el Racing de Santander. | MARCOS LEÓN
A su lado, Sofía Rodríguez, socia desde 2012 y del barrio de Begoña, lo tenía claro: "Es el mejor partido que hay en Segunda División. Y ya no te digo cuando coincidimos con ellos en Primera".
El ambiente se respiraba desde horas antes. Por la mañana, el Sporting Genuine y el Racing Genuine habían disputado su encuentro en Mareo, poniendo el primer toque de color rojiblanco y verdiblanco a una jornada que prometía emociones fuertes.
El Muro de San Lorenzo también reflejaba, desde bien temprano, ese ambiente de hermandad con los vecinos cántabros: los colores rojo y verde se mezclaban en el paseo.
Entre los aficionados estaba Jaime Izquierdo, que no es socio, pero jugó en el Sporting en División de Honor durante dos años, bajo las órdenes de José Alberto, hoy entrenador del Racing. "Siempre me pareció muy buen entrenador, aprendí mucho de él", recordaba. "Y este partido… es como un derbi. Al final estamos al lado; a mí me presta este partido".
David Álvarez, socio desde la pasada temporada, mostraba su optimismo: "Entrenador nuevo, victoria segura. Hoy (por ayer) ganamos".
En cambio, César Cárdez, socio plata, se lo tomaba con más calma mientras buscaba su abono junto a la estatua de Quini. "Ya no me acuerdo desde qué año soy socio", decía entre risas, hasta que el número 4.249 en el carné le refrescó la memoria. "Echo de menos a Quini", añadió mirando con nostalgia la figura del eterno 9. Sobre el partido, reconocía que "sí, es uno de los mejores de Segunda", aunque con cierta prudencia: "A ver qué pasa… según estamos, no sé yo. Pero el nuevo entrenador vendrá con buenas intenciones; a ver qué resultado nos da".
Antes del pitido inicial, el estadio rindió homenaje a Iñaki Churruca por sus 302 partidos con el Sporting dentro de los actos del 120.º aniversario del club. Las gradas, ya llenas, aplaudieron con ese respeto que sólo El Molinón sabe transmitir. Paula Prendes fue quien presentó a la leyenda rojiblanca.
En el palco de honor estuvieron presentes varios directivos del Grupo Orlegi, como José Riestra y Luis Miguel Pérez, que siguieron el encuentro junto a la directiva rojiblanca. También Carmen Moriyón, alcaldesa de Gijón, estuvo en el palco del Ayuntamiento.
La jornada, además, tuvo un guiño hacia el sportinguismo más fiel: varias peñas fueron invitadas al palco como muestra de reconocimiento a su apoyo incondicional. Estuvieron representadas la peña Villa de Quini, con Diego Álvarez Bada; la peña San Martín de El Berrón, con Alejandro García; la peña Joaquín, con Serafín Cifuentes; la peña Ébano Versalles, con Sergio Calzón Arias; la peña El León Rojiblanco, con Alexis Fernández Martínez; y la peña El Nuevo Gijón-Perchera, con Luis Manuel Martínez García.
Entre los visitantes, Sofía Arobes y Enrique Gómez, del Racing, disfrutaban del ambiente con una sonrisa. "Llevamos viniendo muchos años. Toda mi familia es del Sporting porque mi padre es asturiano", explicaba ella, cántabra de corazón, pero con raíces rojiblancas. Entre risas, confesaba: "Lo que realmente me gustaría es que el Avilés jugase en el fútbol profesional".
Y de ambiente, precisamente, iba la jornada. A pesar de la rivalidad, se respiraba una auténtica sensación de fiesta. Matías Carronce, de Santander, e Iván Roza, de Gijón. "Tenemos un amigo en común, y además somos como hermanos… como con los gallegos", bromeaba Matías. "Desde Manolo —Preciado— vamos juntos", recordaba Iván, con emoción.
La piquilla, eso sí, no faltaba. "Va a ser bonito, va a ser abierto. Nuestra defensa es una verbena", decía Matías entre risas, apostando por un 1-2 a favor del Racing y una expulsión del Sporting. Iván, en cambio, replicaba con fe: "Llevamos mucho tiempo sin ganar, y también sin ganar al Racing. Me gustaría un 2-1", y acertó.
Ya en el partido, el gol de Dubasin en el minuto 14 supo a esperanza para los 23.906 rojiblancos que acudieron a El Molinón. Un grito de alivio y euforia recorrió las gradas, devolviendo la ilusión de volver a celebrar una victoria. El descanso llegó con ese sabor dulce, con la sensación de que esta vez podía ser la buena.
Los aficionados, precavidos pero esperanzados, regresaron a sus asientos para la segunda mitad. El gol de Pablo Vázquez olió aún más a victoria, pero el Racing recortó distancias, apretando a los sportinguistas. El final no fue tranquilo: el colegiado añadió ocho minutos que se hicieron eternos. Los del Racing querían más; los del Sporting pedían que se acabara ya. La tensión subió cuando Kevin Vázquez fue expulsado en el 99, y apenas un minuto después también Marco Sangalli vio la roja. Ninguna de las dos aficiones estaba de acuerdo: los pitos se mezclaban en las gradas, y cuando por fin el árbitro señaló el final, los abucheos fueron generales.
El pitido final desató una mezcla de alivio y rabia contenida. El Sporting, que acumulaba cinco derrotas consecutivas, rompía su mala racha en Liga y ante el Racing.
El Molinón rugió, no solo por la victoria, sino por lo que significaba: una tarde de emociones, de contrastes, de historia compartida entre dos equipos que se entienden en la rivalidad. "He mirado para la grada y solo veía caras de felicidad, había la necesidad de ganar", decía Borja Jiménez tras su primera victoria como técnico de los gijoneses. Por fin, la afición y el Sporting ganaron.
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