Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

El emotivo último adiós a Epi: la despedida a la leyenda del Sporting emociona a la ciudad y llena la iglesia de Begoña

Familia, compañeros y representantes del Sporting o del Real Madrid se unieron en una despedida muy sentida: "Lo recordaremos por su bondad y esa manera de ser"

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

La iglesia parroquial de Nuestra Señora de Begoña, en Gijón, se quedó pequeña para despedir a José Manuel Espinosa “Epi”, el histórico defensa del Sporting de los años ochenta cuo fallecimiento ha consternado a toda la ciudad. El templo, donde ofició el párroco Fidel Gil, se llenó hasta los pasillos en un funeral cargado de emoción. Lágrimas, abrazos y miradas al suelo acompañaron el silencio de quienes apenas encontraban palabras para un adiós tan injusto. Fue una despedida sentida, sincera, de esas que dejan huella en todo el que estuvo allí.En los primeros bancos, su esposa, Marta Canteli Castañón, y sus hijas, Marta y Laura, recibían el cariño de decenas de amigos, vecinos y antiguos compañeros. El ambiente era el de un duelo colectivo, el de una ciudad que hizo suya la pena de una familia. Porque aunque "Epi" no había nacido en Gijón, aquí echó raíces, formó su hogar y se ganó el afecto de todos. Gijón y el sportinguismo se volcaron con él, devolviéndole el cariño que tantas veces dio en vida.

El funeral reunió a una amplia representación del fútbol asturiano y nacional. Por parte del Sporting asistieron Joaquín Alonso, responsable de Relaciones Institucionales, y David Guerra, presidente ejecutivo. Del Real Madrid, club en el que Epi fue capitán del filial, viajó hasta Gijón Emilio Butragueño, director de Relaciones Institucionales, para despedir a quien consideraba un gran compañero.Junto a ellos, viejas leyendas del sportinguismo y otras figuras destacadas del entorno como Ablanedo I y Ablanedo II, Iñaki Churruca, Jaime, Tati Alcalde, Gerardo Ruiz, Ciriaco Cano, César Muñiz Fernández, Enzo Ferrero, Mino, José Antonio Redondo, Andrés Fernández o Eloy Olaya, entre otros muchos, se reencontraron entre lágrimas y abrazos.

Durante la homilía, el cura Fidel Gil recordó que Epi “era muy joven, con mucha vida por delante” y habló de la “injusticia” de su pérdida, que deja a una familia huérfana de un marido, padre y abuelo muy querido. En medio de la tristeza, leyó también un mensaje compartido en redes sociales que provocó una sonrisa entre el llanto al recordar el histórico marcaje del zaguero a Maradona, considerado por muchos como el jugador más grande de la historia y al que “Epi” secó :“Epi, cuando estés en el cielo no te acerques tanto a Maradona, porque dirá: ‘¿Será posible? Hasta en el cielo no, después de muerto tampoco me libro de él’”.

A la salida, muchos seguían con los ojos enrojecidos. Viejos compañeros, amigos y aficionados se detenían en pequeños corros, compartiendo recuerdos, repitiendo lo mismo una y otra vez: que Epi fue de los que dejan huella.“Ante todo era un amigo”, dijo Ciriaco Cano.Epi es Epi. Para nosotros, siempre... Lo recordaremos por su bondad y esa manera de ser, al margen del jugador”, añadió Joaquín Alonso, con esa frase que muchos repitieron como si fuera un mantra.Y entre todos, el testimonio de Emilio Butragueño, que viajó para acompañar a su familia, resumió el respeto general: “Era muy joven. Ha sido una sorpresa desagradable. Jugué con él en la temporada 81-82, cuando me subieron al Castilla. Yo era un niño y él, un veterano. Le recuerdo como un muy buen compañero: aguerrido, competitivo y un gran capitán. Todos los compañeros tienen un concepto de él extraordinario como persona.” El adiós a Epi fue un gesto de cariño colectivo, de fútbol y de vida. Un funeral lleno de lágrimas, pero también de gratitud por haberlo tenido tan cerca. Porque se fue un futbolista grande y una persona querida, recordada con emoción y respeto.

Tracking Pixel Contents