Oviedo, L. Á. VEGA

Un joven ovetense de 26 años corre el riesgo de quedarse ciego a causa de un choque contra tres jabalíes.

Todo ocurrió el domingo. A las diez de la noche, el coche en el que viajaba chocó contra tres jabalíes en la carretera de Cornellana a Belmonte. Jesús Miguel Lobeto Nieto resultó con los ojos y parte de rostro quemados al saltar el airbag del vehículo, un BMW. Los otros dos ocupantes resultaron ilesos, pero él ha perdido de forma definitiva el ojo izquierdo y lucha por conservar la visión del derecho. Los médicos no dan muchas esperanzas. Junto a su cama, sus familiares han puesto un rosario, una cruz y varias imágenes de santos, con la esperanza de que puedan ayudar a que conserve, al menos, la visión de un ojo.

La familia, desesperada, está pensando ya en interponer una demanda, bien contra el Principado, ya que el accidente se produjo en las inmediaciones de un coto de caza, bien contra la propia BMW, al considerar que el airbag tuvo un funcionamiento defectuoso.

Jesús Miguel Lobeto, que ha sido intervenido para extraerle el ojo izquierdo y está ingresado en el Hospital General de Oviedo, ha pasado de la desesperación absoluta de los primeros días de convalecencia a la rabia más desatada, que apenas pueden aplacar sus familiares y amigos. «La Guardia Civil siempre aparece para quitarte la moto si vas por el monte y no tienes permiso, pero nunca para evitar que anden animales sueltos», se quejaba ayer amargamente.

Del accidente no recuerda casi nada. Es su madre la que reconstruye la historia, que ha conocido a través de los otros dos jóvenes que viajaban con su hijo.

«Me dejaron en casa y fueron a ver a unos amigos a Belmonte. Jesús iba en el asiento del copiloto. Según me dijo el que conducía, salieron entonces tres jabatos, pero de tamaño mediano, y chocaron contra el morro del coche. Entonces saltó el airbag y le quemó la cara», relató la mujer. El coche no llegó a salirse de la carretera.

Los ocupantes que no habían resultado heridos buscaron ayuda. «Lo que más me duele es que trataban de parar a los coches que pasaban por la carretera y nadie se detenía. Uno de ellos tuvo que ponerse en medio del carril, arriesgándose a que le atropellaran, para que alguien parase el coche», añadió la madre.

Primero lo atendieron en el centro de salud de Salas, pero ante la gravedad de su estado los facultativos lo derivaron al Hospital Central, en Oviedo, donde fue operado. «Están esperando a que le baje la hinchazón del ojo derecho para ver si el nervio óptico no se ha visto afectado. Aún es pronto para saber si podrá salvar el ojo», añadió su madre. Los familiares no dejan de preguntarse por qué el airbag le quemó la cara. «Quizá tenga que ver con la posición que llevaba en el coche. Él mide un metro setenta y a gente de esa altura le ha pasado lo mismo», señaló uno de ellos. Jesús Miguel Lobeto reacciona contra la casa del coche. Él tiene también un BMW, que en el peor de los casos jamás volverá a conducir. «Voy a estrellarlo contra el concesionario por lo mal que funcionó el airbag», se quejó de forma desesperada.

Más repuesto, el joven ovetense dijo no explicarse por qué no se instalan vallas en torno a los cotos de caza, así como señales indicativas de que hay animales sueltos, para que los conductores extremen las precauciones en los tramos de riesgo.

La familia ha consultado ya con un letrado, en este caso el ovetense José Carlos Botas. Aparte de una demanda contra la Administración, una de las posibilidades legales es emprender acciones contra el propio conductor del coche, para que su aseguradora se haga cargo de los daños irreparables sufridos por el joven.