Beichuan, Agencias

Los peores pronósticos se cumplen en China. La cifra oficial de muertos asciende ya a 32.477, según informó la agencia oficial Xinhua. Mientras tanto, los temblores no cesan y las autoridades del gigante asiático mantienen la voz de alarma seis días después del seísmo, de una magnitud de 7,9 en la escala de Richter, que golpeó el suroeste del país.

El Gobierno chino, que ha declarado tres días de luto oficial en el país, elevó también la cifra de heridos en el terremoto a 198.000. Además, afirma que el número final de fallecidos superará seguramente los 50.000. Estas previsiones llegaban con tan sólo echar un vistazo a las zonas arrasadas por el seísmo. Casas destrozadas, desprendimientos de tierra y carreteras agrietadas ilustran un paisaje donde los equipos de rescate mantienen la búsqueda de cadáveres bajo los escombros.

A primera hora de la jornada de ayer, Pekín confirmó que el balance de fallecidos supera los 32.000, mientras decenas de miles de personas son evacuadas por miedo a inundaciones y nuevos temblores de tierra que se han producido, el último, de una magnitud superior a 6 en la escala de Richter, en la provincia de Sichuan, epicentro del brutal seísmo que trajo la catástrofe a China.

Alrededor de 4,8 millones de personas se han quedado sin hogar. Equipos de especialistas extranjeros -de Corea del Sur, Singapur y Rusia- han comenzado a colaborar en las labores de salvamento, después de que expertos japoneses fueran los primeros en recibir autorización del Gobierno.

Pekín se había mostrado reacio en un primer momento a aceptar la ayuda exterior, pero la magnitud del desastre ha obligado al Gobierno chino a recibir apoyo de fuera por primera vez en una catástrofe natural. Un avión de las fuerzas aéreas españolas llegó a Chengdu, lugar más afectado por el seísmo, con siete toneladas de ayuda humanitaria, equipos de emergencia y medicinas.

Las autoridades han advertido del riesgo que existe por la acumulación de agua por el desplazamiento de tierras. La situación más peligrosa se encuentra a sólo tres kilómetros de la localidad de Beichuan, donde trabajadores de rescate aún buscan supervivientes.