Oviedo, L. Á. VEGA

¿Qué le ocurrió a José María González González? Este jubilado mierense de 57 años, ex minero y ex gerente de la empresa de ambulancias de Mieres, muy conocido en las Cuencas, desapareció sin dejar rastro y sin motivo aparente que lo justificase el pasado 30 de marzo, hace ya cinco meses. Tras pasar el día con su mujer, esa tarde salió a tomar un café y aseguró que volvería para la hora de la cena, a las diez y media de la noche. Desde entonces, todo es silencio en torno a este hombre.

José María González no regresó a casa, algo ciertamente extraño en una persona calificada de «muy familiar» por quienes lo conocen. No tiene antecedentes de ausencias similares, ni tampoco de enfermedad mental. Su familia está desesperada porque no encuentra explicación a esta desaparición. La Policía, que tiene dudas de que se trate de una ausencia voluntaria, ha llegado a un callejón sin salida en sus investigaciones y pide la colaboración ciudadana para poder dar con el paradero del mierense.

Según aseguran las hijas del desaparecido, Begoña y Agustina González Iglesias, no ha quedado un lugar en el que buscar a su padre, un hombre nacido en la localidad mierense de Turón aunque vecino de la calle La Vega, en pleno centro de Mieres.

Los agentes han tratado de reconstruir qué pudo ocurrir la tarde-noche de su desaparición, y han investigado los establecimientos cercanos a su vivienda y aquéllos a los que solía ir. Nadie parece haberlo visto en esas horas. Tampoco se hallaron indicios en las cocheras del desaparecido ni en la casa del pueblo Carcarosa, cerca de Turón, propiedad de su esposa y a la que solían acudir algunas veces para pasar el día en el campo.

No se han registrado movimientos en las cuentas bancarias de la familia, ni hay indicios de preparativos que induzcan a pensar en una huida voluntaria, lo que hacer temer a la Policía un desenlace trágico para esta historia. «Los investigadores dicen que no hay por dónde tirar, han agotado todas las vías para dar con mi padre», señala Agustina González.

La Policía se ha tomado este asunto con «muchísimo interés», según confiesan las hijas del desaparecido. Incluso ha tomado una muestra de ADN a los familiares por si se encontrase algún cuerpo sin identificar. «Es un hombre que nunca ha faltado, siempre fichaba en casa», añadió Rubén Miranda, yerno de José María González. En la familia tampoco tienen sospechas de que el desaparecido tuviese enemigos. Su ausencia es un auténtico misterio.

El caso de José María González se une a otras desapariciones calificadas por la Policía como «inquietantes». Una de ellas es la de Pedro Matías Sánchez Riesco, vecino de La Calzada, en Gijón, de 31 años, que falta desde el 26 de marzo. También es inquietante la ausencia de José Avelino Iglesias, un anciano que falta de Villalegre (Avilés) desde el pasado mes de enero. La última señal de su móvil provenía de Coto Carcedo, pero los rastreos no han dado resultado.

La desaparición

En la tarde del 30 de marzo, José María González le dijo a su mujer que salía a tomar un café y que volvería a las diez y media de la noche para cenar. Fue la última vez que fue visto.

Investigación

La Policía duda de una desaparición voluntaria.