Oviedo / Gijón,

M. PÉREZ / A. RUBIERA

Casi siete millones de personas no pudieron llegar a casa por las cenizas del volcán islandés. Otras 17.000 se quedaron atrapadas en los aeropuertos. Tras siete días de problemas para volar, el espacio aéreo europeo vuelve poco a poco a la normalidad. Además de cifras, la nube ha dejado a su paso miles de historias de personas agudizando el ingenio y aflojando el bolsillo para poder viajar. LA NUEVA ESPAÑA ha recopilado testimonios de asturianos atrapados por la nube.

- Bruselas, a 36 horas de Navia. El alcalde de Navia, Ignacio García Palacios, casi no tiene fuerzas para contarlo. Está exhausto «después de un viaje de 36 horas en tres autobuses diferentes» desde Bruselas hasta la villa de Campoamor. El regidor y un grupo de 26 naviegos del PSOE local viajaron la semana pasada a Bruselas en avión. La vuelta se complicó. «Dimos por supuesto que no iba a haber vuelo, como así fue, y sacamos los billetes de autobús para el lunes», cuenta Palacios. «No empezamos bien. Cuando llegamos a la estación nos dijeron que había overbooking en el autobús. Al final salvamos porque éramos un grupo», cuenta el Alcalde. El primer problema lo tuvieron a la altura de Cambrai, en Francia. «Al llegar a Cambrai empezó a oler mal una rueda. Aparcaron y dimos una vuelta mientras lo arreglaban. Pero era tan grave que había que cambiar de autobús», relata. «Perdimos cuatro horas allí, vino un coche nuevo, hicimos el transbordo y arrancamos», detalla. Pero la odisea no termina aquí. «Eran las siete de la mañana, ya habíamos pasado París e íbamos medio dormidos. De repente para el coche y empiezan a pitar un montón de indicadores. No te lo puedes creer, piensas que es imposible: era otra avería», dice. La empresa les tuvo que poner un tercer autobús. «Perdimos otras siete horas y llegamos a Navia con casi doce de retraso, a las dos de la madrugada», relata el Alcalde.

- Gijón-Eslovaquia en 57 horas. Nicolás Resines se incorporó ayer a las clases en el IES número 1 de Pumarín tras 57 horas de viaje que incluyeron un taxi, muchos trenes, un coche particular y de nuevo el tren. Resines tenía que haber vuelto a Gijón el pasado viernes. «Había acompañado a unos alumnos de Administración hasta Puchov, en Eslovaquia, y el viernes por la mañana cogí un taxi para ir al aeropuerto de Viena, a 60 kilómetros», cuenta. Nada más llegar se dio cuenta de que algo iba mal. No había nadie en las colas de embarque. Tardó tres horas en poder llegar al mostrador y cuando por fin lo hizo le dijeron que todas las conexiones estaban cerradas. Le sugirieron que lo intentara en tren. Tras muchas horas de cola y toda una labor de ingeniería de conexiones que le acercasen a España y aún hubiera plazas, el domingo a las 11.00 horas salía de Viena en dirección Innsbruk-Verona-Dijon-Montpellier. Iba bien provisto de víveres, sobre todo manzanas, «por si acaso». En el último tramo, su tren se retrasó. «Perdí la conexión con Montpellier, y cuando fui a la ventanilla a cambiar el billete me dijeron que no había perdido el viaje porque no había salido. Había huelga de tren. No daba crédito. Me crecían los enanos», recuerda Resines. Finalmente consiguió un tren a Lyon y, tras muchas penalidades, acabó en Perpignan. Allí conoció a un español, de Gerona, que venía en periplo desde Noruega, y que estaba esperando a su hermano que le iba a buscar en coche para llevarlo a Cataluña. «Se ofreció a llevarme, y me apunté». De Gerona cogió un tren a Barcelona y de Barcelona cogió un tren que le dejó el martes, a las 20.00 horas, en Gijón. Resines no sabe si reír o llorar, pero el sábado le toca volver a llevar a un grupo de alumnos a Bulgaria.

- La gira más larga. Al músico ovetense Jorge Otero, cabeza visible del grupo «Stormy Mondays», la nube le pilló de gira por Italia con el rockero Willie Nile. La gira terminaba el domingo en Pisa y Otero cogía un vuelo a Madrid desde Milán. «El domingo vimos que se habían cancelado todos los vuelos menos el mío. Me levanté a las seis y fui al aeropuerto, que abrió durante una hora, pero volvió a cerrar. Mi vuelo se canceló», cuenta. Jorge Otero empezó a buscar alternativas de viaje. El ferry desde Livorno a Barcelona era una de ellas. «Compré un billete por treinta euros y no me garantizaban asiento para un viaje de veinte horas, así que seguí buscando alternativas mejores», explica. Al final pasó del ferry y se fue con el conductor de la furgoneta de la gira hasta Bolonia. «Al conductor le pillaba de paso», dice. «Me fui a la estación de tren para conseguir un billete a Roma. Mientras lo sacaba se agotaron dos veces. Todo el mundo estaba sacando billetes a la vez, era una locura», relata el músico. Al final lo consiguió y en Roma se hizo con un vuelo a Madrid de Air Italia. El avión llegó con retraso el martes a Barajas, así que Jorge Otero perdió el tren a Asturias que había conseguido reservar y pagar. El autobús fue la solución definitiva. Llegó a su casa el miércoles de madrugada. «Reservas, anulas, taxis, hoteles, billetes perdidos... creo que me he gastado en el viaje de vuelta lo que he ganado en la gira».

- Embarazada y atrapada. La gijonesa Patricia Gonzálvez permaneció atrapada en Londres cinco días. Voló el sábado para ir a una boda, pero no pudo hacerse con un billete hasta ayer. Todo esto embarazada de cuatro meses y con un bebé de siete meses tan atrapado como ella. «Mi marido es militar y tenía que incorporarse al trabajo. Se fue en coche a Alemania con un amigo y me quedé en Londres con mi bebé, mi embarazo, las maletas y una cuna plegable», relata la mujer. «La boda no se me olvidará, ni los potitos que me hicieron comer en el control de seguridad del aeropuerto», se queja. Su vuelo aterrizó en Asturias ayer a las tres de la tarde.

- Llegar dos días tarde al trabajo. Margarita Soler tenía previsto volar a Bruselas, donde trabaja, el domingo por la tarde desde Santander. «Me daban la posibilidad de cambiar el billete, pero sin plazas, ninguna compañía tenía plazas», explica. Lo intentó con el autobús y lo consiguió, gracias a una anulación, para el lunes. «Tardé 23 horas en llegar. En el trabajo todos estamos igual», cuenta desde el pueblo de Charleroi, al que llegó en la madrugada del miércoles.

- Los primeros de Zurich. Un grupo de jubilados de UGT que se dirigía a Estrasburgo llegó ayer a Zurich en el primer avión que aterrizó en el aeropuerto. Así se lo hicieron saber y están encantados.