Oviedo, L. Á. VEGA

Gabriel M. V., «El Gitanillo», el avilesino cuyo testimonio apuntaló la condena a 35.000 años de cárcel de José Emilio Suárez Trashorras, el cooperador necesario en la matanza del 11-M, será el primer implicado en los atentados que salga de prisión. El próximo domingo, día 13, se cumplen seis años de internamiento que le impuso el juez central de Menores en noviembre de 2004 en una sentencia que puso las bases para el proceso posterior del 11-M. «El Gitanillo», que tiene ahora 22 años, permanecerá en libertad vigilada durante cinco años. No se ha desvelado si regresará al barrio avilesino de El Arbolón, donde el joven se mezcló en una trama que condujo al mayor atentado terrorista vivido en Europa.

En 2008, la familia solicitó que el joven fuese destinado a Asturias, donde tendría un régimen menos estricto. El juez se negó por considerar el riesgo de su regreso a un ambiente familiar desestructurado. En marzo de este año, el juez aprobó medidas de reinserción laboral para el joven, que le permitieron realizar cursos en el exterior del centro madrileño en el que ha estado internado, aunque volvió a negarse a que obtuviese la libertad, pese a que su comportamiento era bueno. Las medidas de reinserción han permitido al joven reencontrares con una cierta libertad de movimientos, aunque muy restringida.

Una vez en libertad, los movimientos de «El Gitanillo», sobre el papel, estarán restringidos, aunque en los últimos años hay sobrados ejemplos de que este tipo de medidas no surte el efecto deseado. Ahí está el ejemplo de «El Rafita», uno de los participantes en el martirio de Sandra Palo, que ha acumulado detenciones pese a encontrarse en libertad vigilada.

Gabriel M. V. no es el mismo adolescente que creció en el barrio avilesino de El Arbolón dedicado a los pequeños delitos y que cayó en las redes de José Emilio Suárez Trashorras. En el centro de menores madrileño en el que ha cumplido la medida de internamiento se aficionó al teatro, actividad en la que encontró una válvula de escape.