Puerto Príncipe, Agencias

Haití arrastrará los próximos treinta años las graves secuelas del terremoto que se produjo hace hoy justo un año en el país más pobre de América Latina y que causó unos 300.000 muertos y un millón y medio de personas desplazadas. La embajadora haitiana en España, Yolette Azor-Charles, aseguró ayer que las tareas de reconstrucción del país podrían prolongarse a lo largo de las próximas tres décadas.

La diplomática también pidió a la comunidad internacional que agilice los fondos comprometidos en los días posteriores a la gran tragedia. La representante del Gobierno haitiano indicó que aún faltan por llegar 3.900 millones de dólares comprometidos por distintos estados y entidades internacionales.

Mucho más críticas se mostraron las organizaciones no gubernamentales Intermon Oxfam y Ayuda en Acción, que han denunciado que la comunidad internacional «no ha sabido estar a la altura» de una tragedia de tales dimensiones y de la epidemia de cólera que se desató en octubre y que aún padece el país caribeño. A las víctimas que causó el terremoto del 12 de enero de 2010, hay que unir los 3.759 muertos a causa del cólera y 181.829 afectados.

Lo cierto es que la situación del país no invita a la esperanza. Medio millón de niños haitianos siguen viviendo en campamentos y asentamientos marginales, sin protección y bajo amenazas de explotación, según denunció ayer la organización Save the Children. El día del aniversario del seísmo sirve para recordar que Haití sigue hundido en la miseria. Las ong denuncian que el 95 por ciento de los escombros que causó el terremoto aún no ha sido retirado y que aún hay 815.000 personas que siguen viviendo en sitios improvisados en Puerto Príncipe. No obstante, esta cantidad es la mitad del millón y medio de desplazados que había en el pasado mes de julio.

Y al terremoto hay que unir también la inestabilidad política. La Unión Europea expresó ayer su preocupación por la situación: «La inestabilidad política impide que la ayuda humanitaria de la UE llegue a las personas necesitadas y ralentiza la reconstrucción».