Oviedo, L. Á. V. / Agencias

El «cracker» de 16 años de Boal, cuya detención desveló LA NUEVA ESPAÑA la semana pasada, pudo causar graves estragos con sus acciones, según ha indicado la Policía. Este adolescente, al que sus compañeros le hicieron el pasillo cuando regresó al instituto, se infiltró en una empresa del sector de la informática, se hizo con una lista en la que figuraban los datos de 250.000 clientes, proveedores y empleados de la compañía, y luego se comunicó con ella para extorsionara. Según la Policía, el menor quería 2.500 euros a cambio de no vender la información obtenida por medios fraudulentos.

Aunque el muchacho tiene grandes conocimientos de informática, falló en lo esencial. La Policía lo terminó localizando tras averiguar la dirección IP del ordenador del que procedían las amenazas vertidas contra la empresa.

El caso es que, según los agentes, no es la primera vez que el joven actuaba de esta forma. A una empresa a la que amenazó con revelar datos de los proyectos en los que andaba metida le terminó sacando un «smartphone» de última generación, es decir, un teléfono inteligente, como la popular Blackberry. En otra ocasión, llegó a hacerse con los datos y números de tarjeta de los clientes de un banco mexicano. Todo un logro para un chico.

La investigación se inició cuando la Policía recibió la denuncia de la compañía informática anteriormente señalada. Los responsables de la misma indicaron que alguien se había apoderado de la lista de sus clientes, empleados y proveedores tras acceder a sus servidores. Se hicieron cargo del asunto agentes de la brigada de investigación tecnológica de la Comisaría General de Policía Judicial.

Estos especialistas analizaron los registros del sistema informático de la empresa. Descubrieron que el «cracker» (un internauta que viola la seguridad informática en busca de beneficio económico o para hacer daño frente a las intenciones en teoría más altruistas de los «hackers») utilizaba dos cuentas de correo electrónico: una para comunicarse con la empresa y otra para gestionar el pago de los 2.500 euros que exigía a cambio de no vender la base de datos. La lista incluía no sólo documentos de identidad, sino también contraseñas y otros datos de empleados, distribuidores y colaboradores de la empresa.

Los agentes llegaron así hasta una dirección IP desde la que se habían realizado todas las conexiones. El análisis exhaustivo de todos los datos con que contaban permitió averiguar que las cuentas de correo empleadas por el intruso pertenecían a un joven de 16 años que participaba en varios foros de «hacking» y seguridad informática.

Una vez localizada la ubicación física del ordenador, el pasado 19 de enero, una docena de agentes entraron en el domicilio del menor, para sorpresa mayúscula de los vecinos de la capital boalesa. En el registro practicado en el inmueble intervinieron dos ordenadores y diverso material informático. El acceso al ordenador permitió a los agentes descubrir que no era la primera vez que el arrestado había accedido de forma ilícita a los sistemas informáticos de otras multinacionales y bancos.

El menor implicado en estos hechos es conocido por sus amplios conocimientos informáticos y su habilidad para navegar a través de internet. De hecho, conocidos de este joven aseguran que amenazaba a sus compañeros de clase con robarles la contraseña de alguna de sus cuentas en las redes sociales, como Facebook, Twitter o Tuenti.

El adolescente cursa estudios en el Colegio Público Carlos Bousoño de Boal. Chiquillada o auténtica acción delictiva, el «cracker» boalés ya ha conseguido una fama indeleble entre sus compañeros.