Una niña de once años y su hermano, un niño de cinco, han sido encontrados muertos esta tarde en una casa de Santa Cruz de Tenerife, después de que sus familiares se extrañasen porque habían faltado dos días al colegio, en un suceso por el que ha sido detenida su madre, una mujer de 40 años.

En la vivienda donde residían los menores, situada en la calle calle Primero de Armenia de la capital tinerfeña, también ha sido hallado el padre del más pequeño de los hermanos, que está custodiado en una unidad psiquiátrica, con cortes en una muñeca y magulladuras.

Sin una versión más precisa de lo que ha podido ocurrir a los menores, sólo ha transcendido que fueron encontrados por su tía materna, que avisó a la Policía de lo ocurrido, y que los investigadores barajan la posibilidad de que llevasen un par de días muertos, algo que todavía tiene que confirmar el informe forense.

La tía de los niños había acudido ayer al domicilio a visitarlos, pero su hermana le dijo que estaban durmiendo y no pudo verlos.

Tanto la detenida, S.P.B., como su actual pareja, un hombre de 54 años, habían estado en tratamiento psiquiátrico hace años.

La tía de los niños ha relatado a la Policía que los niños se mostraban "cohibidos" en los últimos días y ha planteado la posibilidad de que su hermana hubiera recaído en una depresión.

El suceso ha provocado consternación y desconcierto en Vistabella, la zona de la capital tinerfeña donde residían los menores. Hasta ese lugar se han acercado varios familiares de los niños, entre ellos el padre de la niña, que sufrió una crisis nerviosa y tuvo que ser atendido por los servicios sanitarios.

"¿Dónde está mi niña, dónde está mi hija?", se lamentaba este hombre, al que sus parientes intentaban calmar, sin éxito.

También ha acudido al domicilio la abuela de la menor, que al conocer lo sucedido comenzó a gritar "ésa ha sido la loca", en referencia a la madre de los niños.

Apenas media hora después del levantamiento de los cadáveres, sobre las 20:00 horas de Canarias, continuaban llegando familiares de los niños que se unían a los otros parientes, sentados en una acera de la calle, rodeados de dos ambulancias y compartiendo gritos y lamentos de dolor.