Unas horas antes de que se produjese el asesinato de Evaristo Álvarez, concretamente el domingo por la tarde, era enterrado en el cementerio de la parroquia villaviciosina de Castiello de la Marina, a tan sólo diez kilómetros de Quintueles, José Alfredo Álvarez Meana, un residente del barrio de Bárcena fallecido días atrás, presumiblemente de un infarto, tras protagonizar el pasado miércoles un absurdo incidente con un vecino, Ismael E. M., quien rozó sin querer el muro de la finca del finado con uno de sus tractores. Según los vecinos consultados, la Guardia Civil acudió a casa de Alfredo Álvarez dos días después, el pasado viernes, con el fin de esclarecer la agresión, y encontró el cadáver de Álvarez Meana en su vivienda. Los vecinos de esta parroquia villaviciosina están consternados por este fallecimiento, a lo que hay que sumar el estupor por el crimen de Quintueles. Será un cambio de año que tardarán en olvidar.

El incidente de Bárcena se produjo en torno al mediodía del pasado miércoles, día de los Santos Inocentes. Ismael E. M. estaba maniobrando uno de sus tractores, cuya cochera está situada a escasa distancia del muro que cierra la finca del fallecido, un vallado instalado hace poco tiempo. Fue entonces cuando rozó el murete con una de las ruedas del vehículo agrícola.

Según indicaron vecinos consultados, el conductor llamó entonces a José Alfredo Álvarez y le preguntó si quería que diesen parte al seguro, para reparar los casi inapreciables daños del muro, o lo dejaban estar. Como contestación, afirmó un vecino, recibió un fuerte puñetazo en el ojo, que le obligó a recibir asistencia sanitaria. Según indicó un vecino de la zona, fue el propio centro sanitario el que dio parte a la Guardia Civil de la agresión que se había cometido, como corresponde en este tipo de situaciones.

El pasado viernes, dos días después de la agresión, y siempre según los vecinos de esta parroquia de Villaviciosa, los agentes acudieron a casa del presunto agresor con el propósito de tomarle cuentas por el puñetazo, pero se encontraron con una desagradable sorpresa. El cadáver de José Alfredo Álvarez, un hombre soltero de 56 años, sin hijos, estaba en la planta baja de la casa, en un sofá. Nada podía hacerse ya por él. Todo indica que tras el incidente volvió a su casa y, quizá por la agitación del momento, sufrió un infarto mortal.

Ayer, lunes, cinco días después del enfrentamiento, Ismael E. M. prefirió no dar su versión de los hechos. Su mujer aseguró que estaba «muy mal por lo ocurrido» y que no salía de casa. La mujer explicó que las relaciones entre los dos vecinos no habían sido precisamente buenas a lo largo de estos años, aunque en los últimos tiempos habían mejorado un poco. La tranquilidad quedó rota el pasado miércoles, cuando su marido llegó a casa con un fuerte golpe en el ojo, que le ha quedado amoratado.

Los vecinos consultados ayer apenas podían dar crédito de los ocurrido. José Manuel Barredo, que vive en la cercana localidad de La Venta de las Ranas, no podía ser más gráfico. «Parece algo increíble. Son vecinos de puerta con puerta. No sé qué les pudo pasar», indicó este vecino de la localidad.