Oviedo, L. Á. V.

«Le mordí porque me estaba asfixiando», adujo ayer, en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Oviedo, el joven Pablo R. F., de 25 años, acusado de arrancar de un mordisco el pabellón auricular a otro joven, que entonces tenía 19 años, durante una pelea en Salas. Durante la vista, el joven, que se enfrenta a una petición de dos años y medio de cárcel por parte de la fiscalía -que la acusación particular, a cargo del letrado Alberto Rendueles, eleva a cinco años de prisión-, pidió perdón a la víctima, un ex soldado profesional que ha quedado con graves secuelas en la oreja izquierda. «Lo que hice estuvo muy mal», indicó el joven, defendido por Ana García Boto. Para demostrar su arrepentimiento, el joven ha estado ingresando dinero en una cuenta, hasta 3.000 euros, para pagar las posibles responsabilidades.

El origen de la discusión fue de lo más banal. Pablo R. F. estaba en un pub de la localidad de Salas junto a otros jóvenes y de repente se dio cuenta de que le habían quitado la cazadora. Atribuyó el robo al ex soldado profesional y le pidió cuentas a eso de las ocho de la mañana. Según su versión, fue a pedir explicaciones al supuesto autor del hurto y éste le golpeó. «Luego me cogió el brazo y me hizo una llave. Me estaba asfixiando y lo único que pude hacer fue morderle. Me di cuenta de que había estado mal y quise dar la cara luego en el hospital, pero no me dejó acercarme», declaró. Ante la Guardia Civil, a la que acudió para denunciar el robo de la cazadora, reconoció que le había arrancado la oreja a un chico, motivo por el que inmediatamente fue imputado por un delito de lesiones. Presumiblemente, la defensa aducirá la atenuante de confesión y resarcimiento del daño causado.

La versión del joven que llevó la peor parte, David. Á. P., acusado, a su vez, de lesiones, es muy distinta. Según él, no robó ninguna cazadora. Sobre las ocho de la mañana, estaba en el coche con una joven cuando Pablo R. F. llegó con su vehículo y le golpeó por detrás. «Me desplazó la defensa», aseguró. Decidió entonces conducir hasta el cuartel de la Guardia Civil para denunciarle, pero el otro le siguió, golpeándole con el coche, hasta que un camión les cerró el paso. «Salió del coche y empezó a darme puñetazos a través de la ventanilla, que llevaba abierta. Entonces salí e intenté reducirle. En ese momento llegó su hermano y me dio un puñetazo que me giró la cara y Pablo aprovechó para morderme en la oreja. Tenía una agresividad fuera de lo normal», declaró el joven. En el hospital, añadió, los dos hermanos le seguían amenazando y diciéndole que se iba a enterar.

Pablo R. F. adujo que David Á. P. le había golpeado en la boca y le había dejado un diente bailando. Un odontólogo apoyó esta versión, aunque una forense judicial indicó que el diente ya se movía con anterioridad, y puso en duda que hubiese sido golpeado, al no haber lesiones. El juicio continuará esta mañana con las conclusiones y los informes finales.