La noticia de la muerte de Silverio Cerra ha causado honda conmoción en la Iglesia asturiana, sobre todo, entre las últimas generaciones de sacerdotes, a las que impartió clase y con las que convivió en el Seminario de Oviedo. El arcipreste de Villaviciosa, Gaspar Muñiz, se mostraba ayer desolado. "Tenía una clase humana y un nivel intelectual increíbles. Es una pérdida irreemplazable, era uno de los grandes tótems de la Iglesia asturiana", aseguró sobre este experto en la figura de fray Benito Jerónimo Feijoo.

Este mismo cura añadió que "es una pena que se haya ido sin un reconocimiento. Fue un trabajador incansable por la Iglesia, sin pedir nada a cambio". Y resaltó el gesto que tuvo hace apenas quince días de regalar una separata obra suya sobre San Juan de Ávila. "Era muy cariñoso, quería mucho al clero. Siempre podíamos contar con él para lo que fuera, siempre estaba ahí para animarte", aseguró. "Es un palo gordo. Éste va a ser un funeral al que va a ir todo el mundo", afirmó el también párroco de Colunga.

Antonio Nistal, rector del Seminario de Oviedo también se mostraba conmocionado. "No acabamos de creerlo. Hasta el viernes ha estado viviendo aquí, con nosotros. Estamos desconcertados", acertó a decir. Silverio Cerra había sufrido una grave enfermedad hace unos cuatro años, pero se había ido recuperando. "Era una persona muy integrada en la vida del Seminario, en el que siempre estuvo, desde que llegó aquí en 1964. Era uno de esos sacerdotes preparados, con capacidad, un erudito, tenía una cabeza impresionante", añadió el rector. También resaltó el "regalo casi póstumo" que hizo a todos sus alumnos, con el sabor de una despedida.

José Fuentes y García-Borja, canónigo de la catedral de Oviedo, estudió con él en el Seminario. Fue el arzobispo emérito Gabino Díaz Merchán, muy afectado, quien le dio la noticia ayer por la mañana. "Recuerdo que siempre sacaba buenas notas, de sobresaliente, era muy estudioso; pero también era un santo, no tuvo en su vida un altercado", dijo. De su obra, resaltó el texto que escribió, junto a Ángeles Solís, con motivo de la visita de Juan Pablo II a la región, "Peregrino en Asturias".

El campo en el que realmente era experto, según otro sacerdote de su generación, Javier Gómez Cuesta, párroco de San Pedro en Gijón, era el Padre Feijoo. "Era una especie de fraile de Feijoo, uno de los mayores especialistas sobre esta figura y también del siglo XVIII", dijo. "Era un pozo de ciencia, escribió mucho, aunque sabía más de lo que escribía. Era muy comunicativo y hablador, aunque cuando se ponía a investigar y buscar había que dejarlo solo", rememoró. Gómez Cuesta destacó también el amor de Cerra por Asturias, su cultura, su historia y su naturaleza. "Era muy andarín, no montañero. Cuando era joven era capaz de ir andando de Oviedo a Morcín, que era donde había nacido, aunque la familia se movió luego a Valdecuna", indicó. Cerra halló la muerte junto a las capillas del Monsacro, de las que era gran conocedor. "No podía ser en otro sitio; cerca de La Mostayal", añadió Gaspar Muñiz. La capilla ardiente quedará instalada hoy en el Seminario. El arzobispo Jesús Sanz Montes oficiará el funeral, a las cinco, en la capilla mayor. Cerra será enterrado en La Foz de Morcín.