El incendio originado en la ferretería de Rodrigo Pérez, en el centro de Ribadesella, calcinó a primera hora de la tarde de ayer tanto el local comercial como las dos viviendas situadas en la parte superior. El fuego también alcanzó a un vehículo aparcado en la calle Comercio -el establecimiento tiene una entrada por este vial y otra por la Gran Vía- sobre el que cayeron escombros en llamas, pero no causó daños personales. Pudo haberlo hecho, ya que entre el edificio que ardió, los dos colindantes y el bar "Bergantín", en la Gran Vía, fueron desalojadas entre setenta y ochenta personas, según indicó el jefe de la Policía Local riosellana, Tomás Colino.

La alarma saltó en torno a las tres menos diez de la tarde, cuando José Luis Muñiz, propietario del bar "La Arena", en la plaza del Ayuntamiento (anexa a la Gran Vía) escuchó la primera detonación en la ferretería. "Estábamos en el exterior del bar y tras la explosión salió disparada la cristalera, luego ya hubo una sucesión de explosiones y vimos las llamaradas del incendio", describió el empresario, quien además vive en el edificio colindante al incendiado y tenía su coche aparcado en la calle Comercio, por lo que ayer vivió horas de gran angustia.

Se desconocen las causas de las llamas, aunque sí se sabe que se originaron del lado de la Gran Vía, donde el fuego pronto se propagaron por un inmueble que está hecho, en buena parte, de madera en su interior. "Fue muy rápido", destacó Muñiz antes de remarcar los materiales altamente inflamables que se encuentran en una ferretería y la antigüedad del edificio, que también contribuyó a la rápida expansión de las llamas. Este vecino describió cómo "a los veinte o veinticinco minutos" llegaron los bomberos, procedentes de los parques de Llanes, Cangas de Onís, Villaviciosa y La Morgal, junto al jefe de la zona oriental de Bomberos del SEPA.

Otros testigos de lo sucedido mostraron su enérgica queja por la tardanza de los bomberos en llegar a Ribadesella, que no cuenta con un parque propio. "El primer camión tardó tres cuartos de hora y el del chorro llegó una hora después", protestó un riosellano indignado que prefirió no dar su nombre y que aseguró que "en un cuarto de hora se habría apagado. Estamos desprotegidos totalmente", añadió.

Al triste espectáculo de las llamas se añadió poco después el de los chispazos que provocó el fuego al alcanzar los cables eléctricos y esto también desató airadas críticas de los presentes. "Lo que no entiendo es que una hora y cuarenta minutos después de originarse el incendio todavía esté la electricidad sin cortar", lamentó José Luis Muñiz poco antes de que llegaran operarios de la compañía eléctrica. A los fogonazos siguieron los desprendimientos por el lado de la calle Comercio y uno de ellos, envuelto en llamas, alcanzó al coche que peor suerte corrió de cuantos estaban aparcados en este vial.

La preocupación sobrevoló estas calles de la villa riosellana durante unas dos horas, pues también se temía por las bombonas de butano que había en una de las viviendas calcinadas, así como por el riesgo de que las llamas afectaran también a los edificios situados a ambos lados. Poco después de las seis de la tarde y tras casi tres horas luchando contra las virulentas llamas con cinco líneas de agua, los bomberos dieron por extinguido el incendio.

Pero no se retiraron, pues se quedaron haciendo labores de desescombro y un retén permaneció en el lugar del suceso durante toda la noche. También pasaron allí la noche varios efectivos de la Guardia Civil, que velaron por la seguridad de las viviendas que tuvieron que ser forzadas para acabar con las llamas. La zona fue vallada por seguridad pero la calle Comercio no se cortó al tráfico y desde el Ayuntamiento riosellano buscaron y reservaron más de treinta habitaciones de hotel para los vecinos de los tres bloques afectados.