Isabel Carrasco tuvo una muerte atroz, plenamente consciente. Al menos es lo que aseguraron ayer los forenses que realizaron la autopsia al cadáver, Ignacio Alija y Manuel Aguirrezabal (vinculado a Oviedo). La que fuera presidenta de la Diputación y del Partido Popular de León recibió un primer disparo por la espalda, que ya era "mortal de necesidad", aunque no le causó la muerte de forma inmediata. La mujer trató de apoyarse en la barandilla de la pasarela sobre el Bernesga en la que fue sorprendida por Montserrat González -motivo por el que se encontró sangre en el pretil-, e intentó taparse la herida de la espalda con una mano, según el relato de los forenses.

La asesina no sabía que aquel primer tiro ya había acabado con la vida del objeto de su odio (provocó un "sangrado importantísimo" que inundó la cavidad torácica con más de dos litros de sangre, aparte de dañar la médula espinal), por lo que decidió rematarla cuando Carrasco ya estaba en el suelo, donde se había dejado caer. La asesina se acercó por la izquierda y le disparó entonces otras dos veces en la cabeza (en la parte baja de la cavidad bucal y la parte posterior de la cabeza), lo que le provocó un shock hipovolémico.

Los forenses precisaron que el cuerpo de Isabel Carrasco no presentaba "lesiones de lucha o defensa de ningún tipo" porque esta acción la pilló "completamente por sorpresa". "El primer disparo es totalmente incapacitante porque la víctima no tiene capacidad de defensa, se queda completamente indefensa porque la pérdida masiva de sangre causa una debilidad extrema", dijo uno de los forenses.