La búsqueda resultó infructuosa. Tras excavar hasta cuatro metros de profundidad en el solar donde estaba la casa en la que supuestamente estuvo retenida la maliayesa Trinidad Suardíaz y Suero y su hija de año y medio, en la localidad leonesa de Matadeón de los Oteros, la Policía no halló restos de sus cuerpos. Sólo una vasija, fragmentos de botellas, vidrios, cemento y ropa que no aportan luz al caso de su desaparición hace treinta años.

La sorpresa fue mayúscula ayer entre los vecinos de la pequeña localidad leonesa al ver el despliegue policial y militar provocado por un caso de tres décadas atrás. Efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), con enormes excavadoras y varios camiones acordonaron la zona dirigidos y acompañados por agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Comisaría de la Policía Nacional de Gijón y de la Guardia Civil.

Las excavaciones comenzaron a las ocho y media de la mañana en el solar donde antiguamente estaba la bodega de la vivienda en la que residían Trinidad Suardíaz y Suero y su marido, el portugués António Maria da Silva. Por la tarde, armados de picos, palas y rastrillos, excavaron y rastrearon en el antiguo gallinero, pero tampoco se encontró nada relevante.

Los agentes buscaban los restos mortales de la mujer y de la hija pequeña del matrimonio, que se casó el 6 de enero de 1985 en la iglesia de la Oliva (Villaviciosa). El antiguo propietario de la vivienda relató ayer que António Maria da Silva había adquirido la casa en 1982.

Fue uno de los hermanos de Trinidad Suardíaz quien denunció la desaparición de la mujer, que hoy tendría 53 años. El marido es 18 años mayor que ella. La última vez que estos hermanos se vieron fue con motivo del fallecimiento de la madre de ambos, en 1985. Ese año fue el último en el que la mujer renovó su DNI.

Otro de los últimos contactos que mantuvo la familia con la maliayesa, natural de Priesca, fue en la Gota de Leche de Gijón, donde Trinidad Suardíaz aseguró que se marcharía con su marido, pero sin especificar que se iba a este pueblo de León con su hija, que ahora tendría unos 30 años y de la que tampoco se sabe nada.

Los resultados de la investigación llevaron a la Policía a Matadeón de los Oteros, porque fue el último lugar en el que se tuvo noticias de Trinidad Suardíaz. Allí la conocían como Teresa.

Su marido, supuestamente, la tenía encerrada y ella pidió auxilio arrojando una nota reclamando ayuda desde el patio trasero de la casa al de la vivienda contigua. Ya había hecho algo similar cuando vivían en Castiello, en la parroquia colunguesa de Lue.

Los vecinos informaron a la Guardia Civil y el hombre fue detenido por un presunto delito de amenazas de muerte hacia su esposa y tenencia ilícita de armas el 25 de abril de 1986. Quienes conocieron al matrimonio insisten en que Da Silva no le daba buena vida, de ahí que todas las sospechas recaigan sobre él. En 1989 fue detenido en Orense y estuvo en la cárcel dos meses por tenencia ilícita de armas.

En Matadeón de los Oteros aseguraban ayer que la pareja "desapareció igual que llegó". Conrado Marco, un vecino, era pequeño en aquellas fechas: "Él se pasaba el día haciendo hormigón en el maletero del coche y tapó la bodega. No se trataban con nadie, pero ahí vivían más niños y a ella no se la veía nunca".

El alcalde, Miguel Ángel Lozano, explicó que "el hombre arregló la casa, que era verde y tenía una imagen de San Antonio hecha con azulejos. Nadie sabe en qué trabajaba, y la gente más mayor dice que los niños de más edad fueron alguna vez al colegio, pero yo no los recuerdo". Según distintas fuentes, Da Silva se dedicaría al intercambio de mujeres entre clubes de alterne.

La casa fue derribada en 1997 por su estado ruinoso. El Ayuntamiento trató sin éxito de localizar a Da Silva para que abonara el coste.

Los parientes en Priesca de Trini, como la conocen sus allegados, denunciaron a través de LA NUEVA ESPAÑA, en agosto de 2014, que seguían sin tener noticias de la maliayesa. La última vez que sus familiares la vieron fue en la celebración del cumpleaños de la bebé, el 28 de junio de 1987, en Gijón. Según relatan, en aquel momento ambas estaban acogidas en el convento de las Madres Adoratrices, de donde se las llevó António da Silva. Hay constancia de que el 15 de julio de ese mismo año se personó con su marido en la Audiencia Provincial de León. Ahí se le pierde la pista.

La Policía portuguesa, a instancias de la gijonesa, tomó declaración a António Maria da Silva, que se limitó a confirmar que habían estado casados, pero que no tenía noticias de ella. Igual que el resto de la familia.