Tal día como hoy de hace cinco años, Tomás Rodríguez Villar, más conocido como "Tomasín", o el "Rambo de Tineo", descerrajó dos perdigonazos en la cabeza a su hermano Manuel, a la puerta de una cabaña de ganado de La Llaneza, en Tineo, causándole la muerte. Tomasín se echó a continuación al monte y durante dos meses estuvo dando esquinazo a las fuerzas de la Guardia Civil, que trataron de darle caza, durmiendo en cuevas o en un coche abandonado, con un ojo puesto en los agentes y otro en sus caballos del alma, hasta que finalmente lo prendieron y le llevaron ante la Justicia. El 31 de octubre de ese mismo año, 2011, ingresó en la prisión de Asturias, donde reside desde entonces y en la que parece haber encontrado un lugar acogedor que no quiere abandonar bajo ningún concepto.

Y es que, tras ser condenado a seis años de prisión, cinco por el homicidio de su hermano -con la atenuante de defensa propia y atenuante psíquica- y un sexto por tenencia ilícita de armas -cometió el crimen con una destartalada carabina en la que el gatillo había sido sustituido por un cordel-, Tomasín ya podría estar disfrutando de permisos carcelarios e incluso del tercer grado, lo que le permitiría salir de la prisión para trabajar. Sin embargo, como indica el abogado que le defendió, Manuel García García-Rendueles, que fue a visitarle este verano, Tomás Rodríguez Villar no tiene intención alguna de solicitar esos beneficios, y parece estar dispuesto a "comerse" los seis años al completo. Cuando se le plantea la posibilidad de presentar un recurso para solicitar su salida de prisión, siempre se niega e indica que hará lo que quieran las autoridades penitenciarias.

Tomasín continúa ingresado en la enfermería de la prisión, un entorno en el que no faltan los incidentes en los últimos tiempos. Ha habido varias agresiones a funcionarios, hace unos meses se produjo un suicidio e incluso un preso prendió fuego al colchón de su celda. Hasta la Defensora del Pueblo se ha fijado en la situación de la enfermería de la cárcel, cuyo funcionamiento, estima, deja mucho que desear.

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Oviedo le impuso en febrero de 2014 una condena bastante benévola, tras un juicio en el que logró meterse en el bolsillo a los miembros del jurado con su discurso ininteligible y su negativa a hablar contra su hermano, que le sometía, al parecer, a malos tratos. Mientras consume los seis años de pena, de los que le quedan apenas catorce meses, Tomasín se dedica a una actividad que le mantiene en contacto con la vida apegada a la naturaleza que llevaba antes de entrar en prisión: cuida un huerto en uno de los patios de la prisión. La estancia en la cárcel le ha dado una estabilidad que quizá le faltaba en La Llaneza.