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Ángeles sin rastro

Germán Quintana, perdido en los Picos de Europa y Hugo Brandonn Álvarez, engullido por una ola en Frexulfe (Navia), entre los 42 menores asturianos que figuran en la lista de desaparecidos, algunos desde hace décadas

Ángeles sin rastro

Se acaban de cumplir una década de la desaparición de Yéremi Vargas, el niño de siete años de Vecindario, en Gran Canaria. Es uno de los ejemplos más conocidos de los más de 2.700 menores en España cuyo rastro se ha perdido. En Asturias, la cifra asciende a 42. Entre ellos se cuentan casos muy conocidos, como el de Germán Quintana Blanco, el niño de 13 años que se perdió en la niebla durante una excursión en los Picos de Europa, y de cuya desaparición se cumplen treinta años el próximo junio. Pero hay casos menos conocidos, como el de Karen Salguero Escobar, de 17 años, de la cual la Policía tiene sospechas de que podría estar en la zona de Avilés, o Pablo Gallego Fernández, de siete, hijo de la mujer condenada por el abandono de tres niñas en condiciones deplorables en un piso del barrio ovetense de Pumarín.

El grueso de las desapariciones se corresponde con adolescentes que se escapan de centros de menores. Solo en este capítulo, la Jefatura Superior de Policía tiene contabilizados 28 casos. No suelen ser desapariciones preocupantes, puesto que los menores terminan apareciendo, a veces en otras comunidades autónomas. Desde 2010, el Ministerio del Interior contabiliza 21 casos de menores que han podido ser secuestrados por alguno de sus progenitores u otros familiares. Finalmente están los casos con pocas esperanzas de encontrar a los menores con vida.

Uno de ellos es Elías Pinto, un niño portugués que desapareció en 1994 en el poblado de Ferreros, en Ribera de Arriba, el 3 de marzo de 1994. En aquellos días se rastreó el río Nalón ante la posibilidad de que el menor, de cuatro años, hubiese caído a las aguas. Ni rastro. Un año más tarde, el caso se reabrió, después de que su padre, Antonio Manuel Pinto, apuntase a que el niño pudiera haber sido secuestrado.

El más famoso caso de desaparición de menores en Asturias sigue siendo el de Germán Quintana Blanco, no solo por las condiciones en que se produjo, sino por el ingente esfuerzo que supuso su búsqueda, durante la que fallecieron cinco integrantes de un equipo de rescate vasco de la Erztaina -entre ellos la madre de la conocida presentadora de televisión Anne Igartiburu- y dos asturianos, Corsino Suárez Miranda, primer responsable de Protección Civil del Principado, y el piloto Juan Carlos Carraledo.

La desaparición de Germán se produjo el 7 de junio de 1987, durante una excursión de alumnos y profesores del Colegio de Loyola al mirador de Ordiales, desde los Lagos. En las cercanías del Colláu Gamonal, el niño se paró a descansar. Unos montañeros aseguraron haberlo visto sentado bajo un árbol al lado del camino. Todo apunta a que, cuando intentó alcanzar al grupo, se perdió o sufrió un accidente. No se dieron cuenta de su ausencia hasta un par de horas después. Lo más posible es que tomase un camino equivocado hacia el barranco del río Junjumia, cerca del refugio de Vegarredonda, un lugar donde se han producido algunas muertes, debido a lo escarpado del precipicio.

Es la opción que mantiene José Luis Llamazares, durante muchos años en el Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) de la Guardia Civil de Mieres y hoy dedicado a la abogacía. "Si no estás acostumbrado, el camino te va tirando hacia la izquierda, hacia el barranco. Tuvimos que esperar quince días a entrar en el barranco. Estaba lleno de restos de rebecos y otros animales. Lo recorrimos entero pero no dimos con él", lamenta aún hoy.

Se trata de uno de los grandes misterios de la crónica negra asturiana y ya pasados casi treinta años, hay muy escasas posibilidades de resolverlo. Se habló entonces de que pudo perderse en las inmediaciones de Ordiales, incluso que pudo dar la vuelta hacia los Lagos, pero Llamazares lo descarta. El subteniente retirado fue testigo además del terrible accidente de helicóptero. "Justo antes de despegar le dije al piloto, que era de Cudillero, que nuestro helicóptero se marchaba, porque estaba muy malo. Él me respondió que también se iban para el País Vasco. A los cinco minutos fue el accidente. La culpa fue de la niebla. Si hubiese cogido cien metros a la izquierda o cien a la derecha, hubiesen pasado por un collado. Una desgracia", asegura.

También hay escasísimas posibilidades de encontrar a Hugo Brandonn Álvarez, el bebé de veinte meses que desapareció el 10 de febrero del año pasado en la playa de Frexulfe, en Navia, después de que una ola le arrebatase de los brazos de su abuelo. El niño, nacido en Perú, había viajado poco antes a España con sus padres. Este desgraciado accidente conmocionó a la región. Eran las cinco y media de la tarde y el temporal arreciaba en la costa asturiana. El padre y el abuelo, con el niño, salieron a dar una vuelta por la playa. El pequeño iba en el cuello de su abuelo. Cuando pasaban por una estrecha lengua de playa, una gran ola los derribó y al hombre se le escapó el niño, que fue arrastrado hacia el mar.

El padre del menor se echó al mar gritando: "¡Mi hijo, mi hijo!", pero ya no pudo recuperarlo, al tiempo que estuvo a punto de perder la vida. Durante largas jornadas, los equipos de rescate rastrearon la costa asturiana, ampliando cada vez más el radio de búsqueda, pero todo fue inútil. Hugo Brandonn sigue oficialmente desaparecido.

Alguna de las desapariciones que figuran en los archivos de las fuerzas de seguridad tienen un carácter más preocupante. Es el caso de Pablo Gallego Fernández, que debe tener ahora siete años. Es hijo de María Josefa G. F., la mujer condenada por mantener en un abyecto abandono a sus tres hijas en un piso del barrio ovetense de Pumarín. Una de las niñas, de 20 días, fue encontrada sobre una cama, con un pañal, sin abrigo alguno, y signos de desnutrición. Las otras dos, de 18 meses y tres años, también presentaban síntomas evidentes de falta de alimento y cuidados. La mujer tiene una causa pendiente por la desaparición de Pablo, que nació en el HUCA en diciembre de 2009, y del que no se sabe nada desde entonces. La mujer se limita a decir que está en Portugal con su padre. La fiscalía pide que la condenen a dos años y medio de cárcel por este asunto.

Los investigadores creen que al menor le ha podido pasar algo malo. No consta que estuviese escolarizado y en 2014 su madre acudió al centro de salud para darlo de baja aduciendo que ya no residía en España. La abuela del pequeño declaró que no sabía de su nieto desde 2011, cuando supuestamente se fue de vacaciones a Portugal.

Otro niño cuyos pasos se pierden en la oscuridad.

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