"¿Cuándo se come aquí?", ha llegado a espetar Miguel Ángel Muñoz Blas, el asesino del Camino de Santiago, más preocupado por el desayuno que por los 25 años que se juega en el juicio por el crimen de la peregrina norteamericana Denise Pikka Thiem.

El abogado de este madrileño de 41 años, Vicente Prieto, le sube todo los días, durante el receso del juicio que se celebra en la Audiencia de León, un café y un pincho porque a Muñoz Blas le sacan de prisión a eso de las siete de la mañana en ayunas. El primer día del juicio fue aún más grave, porque le tuvieron sin comer hasta las cuatro y media de la tarde. Este "maltrato" fue una de las razones por las que Muñoz se negó a declarar. Según su abogado, está muy afectado por el incendio de su casa en Castrillo de los Polvazares y por el robo de algunos documentos en su celda.

Esta imagen de "víctima" cuadra mal con el perfil que puede ofrecer esta mañana de él la que fuera su pareja, con la que llegó a tener una niña. Durante la instrucción, esta mujer indicó que Muñoz era violento y que había tenido contactos con la guerrilla colombiana y mexicana. Para hoy también están convocados el padre del acusado y varios testigos de Castrillo y Astorga, como la empleada bancaria que le cambió 1.300 dólares días después de la desaparición de la peregrina.

Ayer declararon policías de Astorga que registraron la casa de Castrillo el 30 de abril de 2015, a las tres semanas de la desaparición de la peregrina, y el 10 de septiembre, un día antes de su detención en Grandas de Salime -precipitada por el uso de una tarjeta de Denise-, así como cuando condujo a la comisión judicial hasta el lugar donde enterró a la víctima.

El 30 de abril, Muñoz colaboró y se mostró tranquilo. Los agentes no hallaron nada sospechoso. El 10 de septiembre dieron con una camiseta negra quemada, 38.000 euros -sus ahorros, según su padre- y unos auriculares. Un agente de la Científica que subió al monte con él junto a la comisión judicial dijo que había estado "dubitativo". "Nos tuvo dando vueltas por el monte porque no se orientaba. Al final nos señaló dónde estaba el cuerpo. Fue cuando se le vio un poco más afectado", declaró. Este mismo agente quiso tomarle una muestra de ADN, pero Muñoz se negó.

Tampoco se sometió a la prueba en abril de 2014, cuando fue detenido por agredir a una peregrina alemana que se había desviado del camino hacia su finca, igual que Denise. La mujer describió a un hombre con pasamontañas que le dio una descarga con una pistola eléctrica. Ella le ofreció 50 euros si la dejaba en paz, y sólo consiguió liberarse dándole una patada en los genitales. Un policía fue luego con ella hasta la finca de Muñoz, donde encontraron las gafas de la joven. El acusado se puso muy nervioso y, aunque le detuvieron, el asunto acabó cerrado. También se le relacionó con el asalto a una peregrina china en mayo de 2014, un año antes del crimen de Denise.