Durante dos meses, entre enero y marzo del año pasado, el dueño de la burra "Margarita" la mantuvo encerrada en una antigua serrería entre palés de madera, sin comida, ni agua, ni un lugar donde guarecerse de las inclemencias del tiempo. Este episodio de crueldad con los animales, ocurrido en la localidad llanisca de Lledías, terminó con la entrada en el descampado y el rescate de la burra por miembros del colectivo Mundo Vivo, junto con agentes locales de Llanes y lugareños. Las imágenes del animal, en un estado lamentable, impactaron a la región.

Pese a los esfuerzos de Mundo Vivo, "Margarita" falleció a los tres días, el 11 de marzo del mismo año. Ahora, el fiscal pide una condena de nueve meses de cárcel para el dueño del animal, para quien solicita además que no pueda ejercer profesión o comercio alguno con animales por espacio de tres años y que indemnice a la clínica veterinaria que atendió a la burra moribunda. El juicio se celebra esta mañana en el Juzgado de lo penal número 2 de Oviedo.

El ministerio fiscal considera que el dueño de "Margarita" infringió gravemente las obligaciones impuestas en la ley asturiana de protección de los animales, al no "procurarle los más elementales cuidados, pues carecía de agua, comida y lugar para cobijarse, así como de cualquier tipo de asistencia veterinaria, despreocupándose de la misma".

"Tal falta de cuidados provocó que, cuando el animal fue descubierto, el día 8 de marzo de 2016, se encontrase tirado entre escombros, totalmente empapado por la lluvia, con una marcada desnutrición, con una condición corporal cercana al 1 (de extrema emaciación), una frecuencia cardiaca elevada y varias heridas en las extremidades anteriores y posteriores a la altura del menudillo y la cuartilla".

La burra fue llevada a la clínica veterinaria Mundo Vivo, en Llanes, donde fue tratada con suero, sondaje nasogástrico, cuidado de los cascos, antiinflamatorios, antiendotóxicos, antibioterapia y terapia de soporte, si bien resultó "no recuperable". Días después de la muerte del animal, los integrantes de este colectivo reclamaban "justicia" por el sufrimiento que había padecido.

El acusado, un vecino de Lledías de 36 años, tenía además otra jumenta, que vendió a otra persona y que pudo salvar la vida gracias a sus cuidados. Ninguna de las dos burras estaba legalizada, según las investigaciones del Seprona con base en Panes.