"Te voy a matar". Y se desató la tormenta: un taburete salió volando, el cristal del mostrador acabó roto por los golpes y el dueño del estudio de fotografía, que acaba de entregar el álbum de una boda a sus protagonistas, con lesiones después de que la novia le agarrara y le lanzara contra la mesa antes de propinarle "puñetazos en la espalda", según el denunciante.

La otra protagonista de esta escena, propia de un sainete, negó la agresión y los destrozos ocurridos el 8 de marzo de 2016 y achacó su enojo al "sofocón" del momento en el que vio las fotografías de su enlace con "las cabezas cortadas de la gente", después de ocho meses de espera para recibir el trabajo y de que el vídeo realizado fuera "de 15 minutos, cuando me ofreció 60", apuntó mientras rompía a llorar.

Al enfado de la joven, de iniciales S.E.M., alta y de complexión fuerte, acompañada de su esposo al estudio, contribuyeron los supuestos reproches del profesional -más bajo que la acusada, pero también fuerte-, al ya habían pagado, que, cuando "mi marido le dice que cómo ha tardado tanto, responde que yo no le había pagado la cena de la boda, que venía en el contrato. Y sí se la pagué". Fue en ese momento cuando la mujer, de carácter, según admitió su esposo en el juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal, se alteró.

Sin embargo, afirma que no pasó de las palabras. En ningún momento lanzó el taburete, ni pegó manotazos sobre el mostrador de cristal, que terminó roto, ni dañó un rollo de fotografía, ni agarró al dueño de la tienda y le pegó, declaró la procesada a preguntas de la Fiscalía Provincial y del abogado del fotógrafo, quienes exigen el pago de multas por los daños materiales y por las lesiones, así como indemnizaciones, un montante total de 3.062 euros. Se le imputan un delito leve de lesiones y otro de daños.

La pareja negó malas relaciones con el profesional, si bien le acusó de amenazar con no hacer el reportaje fotográfico poco antes de la ceremonia, lo que negó aquel.

El abogado de la defensa solicita a la magistrada la absolución de la joven novia, que durante el interrogatorio y buena parte del juicio no pudo contener las lágrimas y llegó a decir que el profesional "me ha destrozado". La imputada alega que "el taburete se cayó porque me tropecé con él" al dirigirse al lugar en el que se encontraba el dueño de la tienda para hablar sobre el contrato. "No di ningún golpe en el mostrador", cuyo vinilo también se rompió, solo "puse el contrato encima" cuando el profesional le censuró que el matrimonio lo había incumplido al no invitarle a cenar el día de la boda.

Los jóvenes dicen que cuando el empresario se dirigió a la puerta para indicarles que se fueran, abandonaron el local. Otro detalle que no coincide con el testimonio del lesionado, quien subraya que en lugar de irse, después de haber tirado los taburetes y roto el mostrador a golpes, la joven le lanzó contra la barra de cristal y le pegó. El marido, enjuto, trataba ya de frenarla. "Traté de tranquilizarla porque ella se altera, la conozco" y "estaba un poco nerviosa", reconoció, "porque él nos ha mentido mucho. Vimos el álbum y le dije al fotógrafo que si se tarda ocho meses en hacer ese trabajo. Él nos dijo que no le habíamos invitado a la cena, que si habíamos leído el contrato y lo sacó".

En la trastienda del estudio, había una cuarta persona: un operario que efectuaba trabajos de reparación. "Escuché golpes" y al salir vio el taburete por el aire y cómo la mujer, que decía al fotógrafo "te voy a matar", "se lanza hacia" el dueño del negocio "que estaba sobre el mostrador y le pega". "Los he separado yo y los he sacado yo de la tienda", contó en el juicio.

El denunciante justificó el retraso en la entrega del trabajo por un percance con la empresa de paquetería que se equivocó de provincia al enviar el reportaje fotográfico de la boda a Soria, tal y como afirma haberles comunicado. Declaró que "no había una relación difícil" con la pareja, que había acudido varias veces, "unas quince", a la tienda para efectuar cambios en el álbum, incluido un fin de semana "que yo no trabajo". El álbum quedó hecho como decidieron los novios, concluyó. El matrimonio le denunció en la Oficina de Consumo la misma mañana en la que se produjo la discusión. El profesional no supo explicar a qué se debió el supuesto ataque de ira de la joven. Ella "empezó a gritar". El resto de lo relatado deberá dilucidar la juez si es verdad o mentira.