"Reconozco los hechos. Reconozco los hechos de la acusación fiscal". Después de dos años de instrucción en las que se mantuvo en silencio, el parricida avilesino David Oubel Renedo, bautizado como el "monstruo de Moraña", reconoció ayer ante un jurado popular en la Audiencia de Pontevedra que mató a sus dos hijas de 4 y 9 años, Amaya y Candela, el pasado 31 de julio de 2015 en esa localidad pontevedresa. Oubel pidió perdón, dijo estar arrepentido, pero no aclaró por qué asesinó a sus hijas de manera tan brutal.

La Fiscalía y la acusación particular, ejercida por la madre de las pequeñas, mantuvieron la solicitud de cadena perpetua además de una orden de alejamiento de la mujer durante 30 años y que sea indemnizada con 245.000 euros. El "monstruo" de Moraña fue el primer recluso en España para que el se solicitó la pena de prisión permanente revisable.

David Oubel, nacido y criado en Avilés, estudió en el colegio Marcos del Torniello hasta los 14 años, donde sus compañeros le recuerdan como un niño "altivo e inestable".

La confesión ante el tribunal fue parca en detalles. Cuando el fiscal comenzó a formularle otras preguntas sobre los hechos, como por ejemplo si suministró fármacos a sus hijas para adormecerlas antes de matarlas utilizando una radial, Oubel, como queriendo ahorrarse un extenso interrogatorio, insistió en que reconocía como cierto "todo" el relato de los hechos que realizaba el Ministerio Público, evitando profundizar en el crimen.

Según la fiscalía, Oubel suministró un cóctel de medicamentos diluidos en cacao para adormecer a sus dos hijas antes de matarlas cortándoles el cuello con una radial, para rematarlas después usando un cuchillo. Un cóctel de fármacos que causó efecto en la más pequeña, pero que no logró adormecer de todo a la mayor, que todavía mantenía ligeramente la consciencia y que pudo hacer un gesto para tratar de oponerse al ataque de su padre, pero sin que tuviera capacidad efectiva de defensa, según destacó el fiscal, dado que se encontraba maniatada además de sedada.

"Creo que las situaciones límite que viven las personas a veces se toman decisiones de las que, hoy en día, me arrepiento y pido perdón por ello", añadió Oubel en su escueta declaración.

Tampoco dio explicaciones del por qué del brutal crimen. "Viví una situación límite; desconozco el motivo que originó esa situación y provocó algo de lo que, hoy en día, estoy muy arrepentido y no tengo manera de solucionarlo".

El "monstruo" de Moraña admitió que no estaba enajenado cuando acabó con la vida de sus dos hijas. Tanto el fiscal como la acusación particular le preguntaron expresamente si asumía el dictamen de los psiquiatras que lo examinaron y que señalan que no padece ninguna patología psicológica que afectase a su capacidad intelectiva y volitiva que pudiera afecta a su imputabilidad. "Sí lo acepto", respondió.

Y es que, al menos por su intervención inicial, se preveía que la principal línea de defensa del letrado de Oubel consistía en alegar alguna alteración psíquica o psiquiátrica en el acusado cuando mató a sus hijas para anular su imputabilidad, o al menos actuar como atenuante o eximente. Pero tras su confesión, la defensa incluso renunció a tres testigos.