Un recluso gijonés de 22 años se fugó ayer por la mañana del centro penitenciario de Asturias, donde cumplía una condena de siete años y medio de cárcel por robo con violencia e intimidación. Sólo le quedaban tres, según confirmaron las fuentes consultadas. Al parecer, huyó por el portón del Centro de Inserción Social (CIS) por el que entran los carros de la comida.

El joven, cuya identidad responde a las iniciales A. P. I. R., disfruta ya del segundo grado penitenciario y estaba recluido en el módulo siete del centro, donde trabajaba en el economato de las instalaciones.

Al parecer, y siempre según las mismas fuentes, se le propuso pasar al servicio del economato del CIS, centro que ocupa un edificio que se encuentra fuera del recinto de la prisión. En él hay vigilancia, pero es de régimen abierto, por lo que los internos pueden salir a trabajar. A este centro se ingresa normalmente cuando el recluso está en el tercer grado.

El joven, que lleva en prisión desde 2012, pasó al economato del CIS, puesto que está considerado en el centro penitenciario como un cargo de confianza.

La anterior fuga de la cárcel asturiana también se produjo en el CIS. Fue el 29 de abril de 2016, cuando un preso huyó de madrugada saltando de la ventana del primer piso. Disfrutaba del tercer grado y cumplía condena por robo. Pero lo más espectacular de aquel caso fue su captura, una semana después, con una persecución propia de una película, con 14 patrullas de la Guardia Civil persiguiendo por la autopista al recluso fugado.

El recluso no tenía carné de conducir, pero una semana después de fugarse viajaba en un Renault Megane con una mujer cuando recibió el alto en un control preventivo de la Guardia Civil en la rotonda de acceso a la Autovía del Cantábrico en La Roda (Tapia). Al principio hizo amago de parar, pero luego dio un volantazo y emprendió la fuga, poniendo en marcha un espectacular dispositivo con patrullas de Pravia y Luarca. Después de 70 kilómetros de velocidades vertiginosas, los agentes consiguieron detenerlo gracias a un tapón preparado antes del túnel de Somao, en Pravia, en el que participaron una treintena de vehículos. Habían pasado cuarenta minutos de carrera frenética.