El Grupo de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS) con base en Gijón revisa el equipo de buceo del odontólogo vizcaíno Arístides Bécares Rivera, que fue hallado ayer sin vida a dos millas de la costa riosellana, cerca del pecio del buque hundido "Neretva", donde sus seis compañeros de inmersión lo vieron el sábado por última vez con vida.

Los GEAS quieren comprobar si fue un fallo en el equipo del buceador el que provocó el fallecimiento del hombre, de 56 años de edad y cuyo cuerpo fue trasladado ayer a mediodía al Instituto Anatómico Forense de Oviedo, donde en las próximas horas se le realizará la autopsia que arrojará más luz sobre las causas de tan inesperada muerte. Nadie se explica qué pudo pasar para que un buzo tan experimentado tuviera este trágico final.

Arístides formaba parte de un grupo de siete submarinistas vascos y cántabros que a primera hora del sábado partieron del puerto deportivo de Ribadesella a bordo del catamarán "Ereba" para realizar una inmersión junto al "Neretva", donde abundan peces y arrecifes. Los compañeros coincidieron en señalar que fue nada más realizar la primera inmersión cuando perdieron a Bécares de vista y temían que hubiera sufrido alguna indisposición. La primera jornada de búsqueda, el sábado, fue infructuosa.

A primera hora de la mañana de ayer se retomó el rastreo. El cuerpo del vizcaíno, natural de Baracaldo, aunque residente en Getxo, fue hallado a las diez y media de la mañana, a unos 30 metros del pecio por cuatro miembros de los GEAS, apoyados de voluntarios. La profundidad de 50 metros a la que se encontraba el cadáver dificultó el rescate: los profesionales tuvieron que ir rotando para no quedarse sin oxígeno. Compañeros de buceo y familiares recibieron abatidos el cadáver en el puerto deportivo riosellano. En las labores de búsqueda participaron un helicóptero y una embarcación de Salvamento Marítimo.