El huracán "Irma", el más potente de la historia en aguas del Atlántico, pasó ayer por la República Dominicana como un temporal más. "Un poco de orbayu y brisa", dicen los asturianos residentes en el país americano, tras sufrir de refilón el brutal ciclón. Alberto Rivera, que vive en Juan Dolio (San Pedro de Macorís), es uno de ellos: "Por suerte el ojo del huracán se desvió unos 200 kilómetros al norte y fue menos intenso de lo esperado". Aun así, el Centro de Operaciones de Emergencias (COE) advierte que "lo peor todavía no ha pasado" y que ya van 5.247 personas desplazadas de sus casas.

"Hubo ráfagas de viento y en el norte se produjeron algunas inundaciones, pero nada graves", explica Rivera, empresario de 54 años y natural de Infiesto. Para el compositor castrillonense Ernesto Paredano, el paso del ciclón "Irma" por Santo Domingo fue "mucho más leve que un temporal asturiano": "No fue nada extraordinario. Aquí hemos pasado tormentas muchísimo más fuertes". Paredano asegura que en la capital del país se tomaron muchas medidas de prevención -"como asegurar bien las ventanas, comprar agua potable, velas, pilas, alimentos no perecederos..."- y se suspendieron las clases y "los eventos en general".

A la gijonesa Eli Carnicero y a su familia, el tifón de categoría cinco (el máximo) les pilló de vacaciones en Playa Overo, en Punta Cana. "Ayer (por el miércoles) pasamos la noche en el teatro de un hotel, sin ventanas. La verdad es que no nos enteramos de nada. Seguimos el movimiento del huracán a través de una pantalla y llovió e hizo mucho viento. Por lo que nos contaron, las olas barrieron la playa y llegaron hasta las piscinas de nuestro hotel", cuenta Carnicero, junto a su marido, también asturiano, Rubén Llano y sus hijas María y Sara. "Nos trataron muy bien. Teníamos colchonetas, mantas, café y hasta buffet con comida", detalla la joven, que llega hoy a Asturias.

"Irma" lleva causados once muertos entre las Antillas Menores y Puerto Rico, además de daños devastadores que superan los 100 millones de dólares en Barbuda. Ahora avanza sin perder su intensidad hacia Florida.