Un silencio solemne y respetuoso presidió el que fue el último adiós de la comarca del Occidente a los dos vecinos de Vegadeo que perdieron la vida en el accidente de tráfico de San Tirso de Abres, el pasado viernes. No existen palabras que puedan reflejar el dolor y la tristeza que inundaron ayer a todos aquellos que acompañaron y arroparon a las familias de los fallecidos, mecánicos de profesión, y jóvenes "aún con toda la vida por delante", como lamentaron muchos de los presentes. La iglesia de Piantón (Vegadeo) acogió la despedida del uruguayo afincado en esta localidad Nicolás Andrés Carbonel, de 35 años, mientras que en Balmonte (Castropol) se ofició el funeral por el joven de 23 años Carlos Murias. La otra víctima, el lucense Andrés Pardo, fue enterrado en la localidad gallega de Muxueira.

"Es una auténtica tragedia. Nadie se espera algo así, tan de golpe; no es como si sucede tras una enfermedad", se compadecía a la puerta del templo castropolense un vecino de San Tirso de Abres que quiso acompañar a la familia de Carlos Murias. Su sepelio congregó a muchos de sus amigos, todos ellos jóvenes de la comarca, en la localidad donde tenía sus raíces familiares. En Piantón se vivieron igualmente escenas de duelo, todo ello reflejo del mazazo que ha supuesto para la comarca del Eo la irreparable pérdida de los jóvenes. Los sacerdotes que oficiaron los funerales tuvieron palabras de consuelo y aliento para las familias, visiblemente afectadas por los trágicos acontecimientos.

Lo cierto es que son muchos los que atribuyen a "una fatalidad" lo sucedido el viernes en la nacional 640, a la altura del refugio de pesca de Xesteira, cuando el vehículo en el que circulaban los tres trabajadores del taller mecánico santirseño colisionó frontalmente contra un camión de reparto. Circulaban de regreso a su puesto de trabajo tras comer en Vegadeo. La Guardia Civil investiga desde entonces las causas del suceso, que lleva el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Castropol.