La menor que el pasado viernes dio con sus huesos en el suelo del espigón de Luanco al fallar en el salto hacia el agua desde la conocida como pica del Gayo, había renegado del salto en un primer momento. Fue al decidirse cuando terminó en el hormigón, desde una altura de cuatro metros, y no en el agua. La joven saltaba de la mano de otra menor con la que había acudido ese día a la playa, entre un grupo de varias personas.

Tras cumplir con el rito iniciático de saltar desde llamada "Ramblona", de mucha menos altura, decidieron pasar a palabras mayores, según cuentan testigos del suceso, en un día soleado en que la playa estaba a rebosar de gente. Para saltar desde el Gayo hay que impulsarse hacia adelante y salvar la repisa inferior. Siempre de la mano de la otra joven, ambas frenaron en seco en el primer intento. No estaban seguras. En el segundo, la amiga volvió a pararse pero la chica de 16 años, que nunca antes había saltado desde el espigón de Luanco, no pudo detener su impulso y se fue al suelo.

Dos días después del susto y abrumada por la repercusión del suceso, la familia de la menor accidentada en el Gayo únicamente piensa en pasar página. "Sólo quiero que la niña esté tranquila y se recupere; lo que pasó ya lo sabe todo el mundo". En el bar del centro de Oviedo donde trabaja, la madre de la chica se mostró sin ganas de hablar y preocupada. Estaba en la barra, pero la cabeza la tenía en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde su pequeña, de 16 años, lidia con las fracturas que le dejó la caída en ambas piernas. A pesar de las lesiones, la joven, que vive en Oviedo junto a sus padres, estaba ayer animada y risueña, cuentan quienes pudieron pasar un rato con ella en el centro sanitario.

Lo aparatoso del accidente y la alta afluencia de gente, tanto en la playa como en el espigón, levantó gran expectación en la zona. En un primer momento, una mujer con conocimientos sanitarios procedió a inmovilizar a la chica, hasta la llegada de la ambulancia y ante el pánico en que habían entrado los acompañantes de la menor.

En el Hospital, la joven ovetense se recupera poco a poco, acompañada por sus familiares y amigos y con una sonrisa para afrontar un desenlace que, según testigos, pudo tener un final peor.