Lugones (Siero),

A Gelito la muerte le rondaba. Logró esquivarla en febrero, en el incendio de su edificio en la calle Río Magostales de El Berrón, en el que fallecieron Rubén Fonseca Patallo, de 41 años, y Aurelia Díaz, de 84. Pero no pudo librarla el domingo por la mañana, cuando se despeñó en su coche todoterreno al regresar de la jira de Cuevallagar (Yernes y Tameza). "Me tocó, Cati. No hay palabras. Me arrebataron lo mejor de la vida junto a mi hijo", lamentaba ayer su esposa y madre de su hijo de 14 meses, Alba Patallo Miranda, destrozada a la puerta del tanatorio Puente Nora, en Lugones, poco después de abrazarse a su hermano Juan Carlos. La mujer es de esta localidad sierense, donde trabaja en un supermercado. Residía con Ángel Alonso Aguirre, de 33 años y natural de Santo Adriano, en El Berrón, justo en el edificio en el que en febrero se desató un incendio generado en el cuadro eléctrico y que provocó la muerte a otros dos vecinos. La esposa recuerda que le convenció para que regresara con el niño y no se aventurara a bajar la escalera, como hicieron los dos fallecidos. Fue lo que les salvó.

El domingo no tuvo la misma suerte. Alba Patallo reconocía estar destrozada, porque "fue una noticia dura", que recibió cuando estaba con sus padres, hijo y una prima de vacaciones en Galicia. "Estaba en lo mejor de la vida", lamentó, además de destacar que Ángel Alonso tenía "un corazón de oro", lo que le llevaba a "darlo todo por la gente" y por los suyos. Aseguraba ayer que "trabajador, no lo había más", pues ante "cualquier cosa, ahí estaba él".

Los amigos del ganadero, que conocía bien la zona en la que la muerte le acechaba, arroparon a su familia. Para Sonia Martínez era "un gran chaval" que estaba ahí "para todo". "Era un hombre trabajador y el trabajo le mató, porque subió a despejar un poco", explica su cuñado, Juan Carlos Patallo. "Conocía muchísimo la zona. Estaba harto de ir por allí", agregó, pero la niebla pudo tener la culpa. Viajaba solo.

Roberto Tamargo no podía reprimir la emoción al salir del tanatorio: "Éramos amigos desde guajes. Era un gran chaval, de lo mejor". Ana Patallo, tía de Alba Patallo, también le definió como "muy buen chaval" y coincide en que lo que le ocurrió a su sobrino político fue "una desgracia".

Maribel Menéndez y Raquel Martínez, amigas de la familia, también la arroparon en estos duros momentos. "Era muy buena persona", apuntaron.