Los resultados de las pruebas de ADN realizadas a los restos genéticos recogidos en el lugar donde fue asesinado hace un mes el concejal llanisco Javier Ardines ya están en manos de los agentes de la Guardia Civil que investigan el crimen. Resta ahora la tarea de revisar esos resultados y determinar si aportan luz y ayudan a resolver un asesinato ocurrido el 16 de agosto, mañana hará un mes, en un camino rural de Llanes y que ha causado un gran impacto en toda España.

Los restos de ADN, algunos de ellos recogidos en el cadáver del edil, fueron analizados en el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid, que dio "máxima prioridad" a este caso. Los resultados están siendo comprobados por el equipo investigador, integrado por policías judiciales de Llanes, de Gijón y de la Unidad Central Operativa (UCO), con sede en Madrid.

Los agentes de la UCO que intentan resolver el crimen de Llanes son los mismos que investigaron uno de los casos más mediáticos de los últimos años en España, el de la joven Diana Quer, que desapareció sin dejar rastro el 22 de agosto de 2016 y cuyo cadáver fue hallado en un pozo de agua de una fábrica abandonada el 31 de diciembre de 2017. Solo dos días antes del macabro hallazgo era detenido el asesino confeso de la muerte de la joven, José Enrique Abuín Gey, "El Chicle". Aquella investigación se prolongó durante 16 meses.

La resolución del crimen de Llanes tampoco está siendo fácil, sobre todo, porque ni hay testigos ni hay imágenes y tampoco se ha hallado el arma del crimen. Del asesinato se sabe a ciencia cierta que Javier Ardines salió de su casa el 16 de agosto para salir a faenar (era pescador). Mientras conducía una furgoneta, a apenas 300 metros de su domicilio, halló unas vallas de obra que le cerraban el paso. Bajó del coche y fue atacado por una o varias personas que le provocaron la muerte al asestarle tres fuertes golpes en la cabeza: en la cara, la frente y la nuca. El cadáver fue hallado por un vecino a las ocho de la mañana. La furgoneta aún estaba con el motor encendido y la puerta del conductor abierta.

Aún no se ha podido determinar por qué el cuerpo sin vida de Javier Ardines fue hallado a setenta metros de su vehículo, pero sí que intentó repeler la agresión. La Policía judicial guarda un mutismo absoluto sobre la investigación, amparada también por el secreto del sumario, decretado por la jueza de Llanes, con la que los agentes ya se han reunido en varias ocasiones para mantenerla informada del avance de las investigaciones.

La Guardia Civil mantiene abiertas todas las líneas de investigación y sigue escrutando las comunicaciones y los movimientos que Ardines mantuvo en los días previos a su muerte. Nada se ha descartado, ni que el ataque haya sido obra de una sola persona o de varias, ni que el móvil del crimen tenga que ver con cuestiones personales, profesionales o relacionadas directa o indirectamente con la actividad política del fallecido.

El decano del Colegio de Criminólogos de Asturias, Faustino Brañas, manifestaba hace unos días a este periódico la enorme dificultad que entraña la investigación de la muerte de Javier Ardines, al ser muy amplios los círculos sociales, personales, profesionales y políticos en los que se movía. Brañas manifestaba su confianza en que las pruebas de ADN resulten determinantes para resolver el crimen.