Tragedia en el barrio ilicitano de Carrús. El pequeño Aarón, de solo dos años, sobrevivió algo más de cuatro días a los golpes y a la asfixia -lesiones que confirma la autopsia- que sufrió en la modesta vivienda de un barrio de Elche en el que vivía con su madre y su nueva pareja. Ambos están ahora en prisión acusados de asesinato. El caso ha conmocionado a la opinión pública por la brutalidad de lo sucedido.

El pequeño Aarón llegó a Elche hace unos meses, después de que su madre, de 27 años, se mudara de Madrid a una modesta casa del barrio de Carrús junto a su nueva pareja. Un hombre de 25 años que los vecinos definen como violento y asocial, y que estaba enganchado a los videojuegos, donde se hacía reconocer por el apodo de Pokémon. Un nombre que ahora parece un eufemismo. Los vecinos, que no quieren aparecer ni ser identificados, aseguran que en el domicilio "olía a droga" y se han quedado con el recuerdo del niño junto a una pareja joven que apenas hablaba o se relacionaba con la comunidad.

Con su padre alejado de él por una orden judicial después de una denuncia de la madre, lo que vivió Aarón en aquella casa se ha conocido ahora y solo por la autopsia, que refleja un maltrato continuado, probado por las lesiones antiguas que presentaba. Aarón, lo que nunca podía imaginar, es que el viaje de Madrid a Elche sería sólo de ida, no de vuelta, que nunca más vería a su padre o a su abuela, rotos ahora de dolor tras enterrarlo el pasado viernes, una semana después de que una llamada de teléfono de la Comisaría de Elche les hiciera partícipes de que el niño estaba en la UCI Pediátrica del Hospital General de Alicante. En esos momentos el padre aún pensaba que el pequeño estaba en Madrid con su madre.

La historia de Aarón ha conmocionado a la sociedad sucediéndose la repulsa por la brutalidad de lo ocurrido. Una historia de malos tratos que se ha ido conociendo día a día. El pequeño entró el jueves 13 de septiembre inconsciente en el servicio de Urgencias del Hospital del Vinalopó. Lo llevó una vecina a la cual la pareja le había pedido ayuda porque el niño "se había caído". Estaba en estado crítico y, tras haber sido estabilizado, se decidió el traslado a la Unidad de Cuidados Intensivos para niños en Alicante, la única con que cuenta la provincia. El protocolo que se sigue para estos casos ante la sospecha de unos supuestos malos tratos se activó y, al cabo de unas horas, la madre y su pareja estaban declarando en Comisaría, donde nunca contaron la realidad, negando de forma sistemática una agresión, pero ya no salieron de allí más que para ir a la Ciudad de la Justicia de Elche.

El sábado 15, dos días después del ingreso del niño en el Hospital donde estaba a esas horas en coma inducido, la titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Elche, en funciones de guardia, mandaba a ambos a prisión por un delito de asesinato frustrado con base a los informes que obraban ya en su poder. La calificación, tres días más tarde, cambió a asesinato, con el fallecimiento del pequeño que nunca volvió a despertar de ese sueño. Poco se ha sabido de aquella declaración. Pero de la versión inicial de una "caída" en la bañera, como un resbalón, se pasó por el padrastro a admitir que se le "había ido la mano", pero aquello tampoco era del todo cierto, porque después, y por la autopsia, se conoció la asfixia.

Mientras tanto, el padre y la abuela se desplazaron a Alicante y se alojaron en un modesto hotel para estar cerca del niño. Escucharon a los médicos temiéndose lo peor y preparándoles. "Los niños son fuertes y se recuperan de todo", se decían casi como una plegaria, pero no. El lunes por la mañana su estado empeoró y el fatal desenlace ocurrió a última hora del día. Aarón perdió la batalla dejando en sus seres queridos una mezcla de dolor, rabia e impotencia muy difícil de digerir. La familia paterna había guardado silencio, pero tras conocerse el fallecimiento estallaron por la impotencia. Lo hicieron para pedir justicia y también para remover conciencias y evitar que un caso como el de Aarón se vuelva a repetir. ¿A repetir? Quizá no recordaban que hace pocos meses todo el país tembló con otro niño muerto, Gabriel Cruz. Por estos hechos está en prisión su madrastra. En eso los dos casos se parecen.

La muerte de Aarón no es fácil de explicar. ¿Quién quiere matar a un niño? Vivía en una familia con problemas. La madre, huyendo del padre y con una denuncia presentada por supuestos malos tratos y éste, en Madrid, ganándose la vida (500 euros al mes por trabajar en un estanco) con tantos problemas como que tras el fallecimiento del niño tuvieron que solicitar ayuda para lograr los 6.700 euros que costaba el sepelio y el traslado de los restos a la capital para enterrarlo.

Como suele ser habitual en estos casos, la sociedad respondió. En apenas 12 horas, a través de donaciones, se obtuvo el dinero para hacer frente a esa factura y el Ayuntamiento de Elche también les ayudó económicamente y les brindó apoyo psicológico. En mitad de tanta tristeza notaron el calor de la sociedad.

El pequeño ahora yace en una tumba fría mientras que su madre y su pareja están en prisión aguardando el peso de la Justicia. La Fiscalía considera que la madre fue partícipe por no haber hecho nada para impedirlo. No ha podido ni acudir al entierro del niño, evidentemente. La última imagen que tendrá de él es verlo desfallecido e inmóvil tratando de encontrar ayudar para llevarlo al Hospital. La peor condena que probablemente tendrá será el recordar qué pasó aquella mañana del 13 de septiembre en aquel modesto piso.