El abogado y poeta José Rafael Hernández Santana, de 76 años, era un hombre de rutinas. Anteayer, lunes, el amigo con el que almorzaba todos los días se extrañó de que no se presentase. Lo que había ocurrido era que la mujer de Hernández Santana, María Dolores Sánchez, había muerto horas antes tras una larga enfermedad degenerativa y el hijo de ambos, Marcos Hernández, de 43 años y con una enfermedad mental, había acabado con la vida de su progenitor a hachazos. El presunto homicida, ya detenido por la Policía, había amenazado otras veces a su padre.

El crimen se produjo hacia las cuatro de la tarde. María Sánchez, de unos 70 años, falleció probablemente el domingo. Enferma de alzhéimer desde hace una década, estaba encamada y apenas podía comer. Su vástago la cuidaba en exclusiva. La noche del domingo al lunes, algunos vecinos se extrañaron al ver las luces encendidas de la casa y notaron nervioso al hijo.