Una de las bandas de nacionalidad georgiana de "asaltapisos" que aterrorizó a los ovetenses en el verano de 2017 rinde hoy cuentas ante la justicia. Los integrantes del grupo organizado, todos ellos con edades comprendidas entre los 27 y los 32 años, que allanaron 43 viviendas y lo intentaron en otras tres, se enfrentan a penas por un total de 37 años de cárcel, acusados de delitos continuados de robo con fuerza y pertenencia a una organización criminal. El juicio está previsto a partir de las 10.30 horas de hoy en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial.

Los delincuentes se introducían en las casas mediante el método "bumping", una práctica consistente en utilizar una llave virgen, sin codificado, a la que limaban los bordes para penetrar en todas las cerraduras del mismo tipo y girarlas con sucesivos golpes de martillo. Para asegurarse de que no había nadie en las viviendas, se valían de los conocidos como testigos de plástico, unas diminutas cuñas transparentes que colocaban en los laterales de las puertas para detectar si los residentes entraban y salían de la vivienda o bien se encontraban de vacaciones.

La banda se dio por desarticulada tras pillar la Policía a tres de los ahora procesados con joyas, relojes y 5.000 euros en metálico intentando volver a su país de origen a finales de agosto del año pasado. Posteriormente detuvieron a otro miembro de la banda y se descubrió la existencia de un quinto integrante, cuya identidad se desconoce y, por tanto, no será juzgado.

Según fuentes de la Fiscalía, los acusados se alojaron entre el 11 de julio y el 25 de agosto de aquel año en una vivienda alquilada a una mujer desconocedora de la práctica delictiva. La Policía desenmascaró su actividad tras una exhaustiva vigilancia del entorno de la vivienda, que permitió descubrir sus continuas salidas nocturnas tanto para vigilar como asaltar las viviendas.

Los ladrones entraban en los pisos como elefantes en una cacharrería. Ponían patas arriba todos los rincones de la casa y, tras hallar lo que buscaban, se iban por donde habían venido, dejando un panorama desolador para cuando los propietarios entraban a casa a su vuelta del periodo vacacional. Un ejemplo fue el de Consuelo García, una vecina de la calle Concepción Arenal, que, tras regresar de sus vacaciones, se encontró toda su casa revuelta y la caja fuerte de su habitación reventada. "Parece que sabían exactamente dónde tenía las cosas de valor", se lamentó entonces la mujer.

Los asaltos se repitieron durante más de un mes en los barrios del Cristo, Otero, Montecerrao, Ciudad Naranco o La Argañosa, entre otros, y por todos ellos la Fiscalía pide ahora una pena de nueve años de cárcel y un día para tres de los acusados y diez años y medio más un día para el único de los juzgados reincidente, pues ya había sido identificado como autor de otros asaltos a viviendas en Gijón.